Alberto Acosta-Burneo

Protectorado

Para 2016, el Gobierno apuesta nuevamente que China vendrá al rescate con 3.000 millones de dólares.

En 2008, Rafael Correa henchido de soberanía declaró la moratoria unilateral en la deuda externa argumentando que era ilegítima, corrupta e ilegal. Se cerraron las puertas del mercado internacional de capitales para el Ecuador. Pero esto no nos afectó inmediatamente ya que, en esa misma época, China había desembarcado en América Latina trayendo cuantiosos recursos para que los gobiernos de la región puedan realizar inversiones sociales y en infraestructura.

La intervención china no fue altruista. Formaba parte de su estrategia geopolítica de ocupar el espacio vacío dejado por Estados Unidos, y reemplazar a las multinacionales occidentales con gigantescas inversiones de empresas estatales chinas. En lo político, deseaban modificar el ordenamiento heredado de la Segunda Guerra Mundial cuyo rol le había quedado pequeño al gigante asiático luego de varias décadas de acelerado crecimiento. En lo económico, tuvo dos objetivos: abastecerse de materias primas para garantizar la continuidad de su crecimiento y exportar sus servicios a través de financiamiento atado a la contratación de empresas chinas.

En Ecuador, el Gobierno recibió con los brazos abiertos a estos nuevos pioneros de Oriente. El régimen especial de contratación pública de 2008 autorizó la celebración de contratos “a dedo”, es decir sin licitación, cuando se trata de empresas públicas de otros Estados. La opacidad fue la divisa. Se celebraron contratos de financiamiento y preventas petroleras que no fueron revelados. Algunos tampoco aparecieron en las estadísticas oficiales, como es el caso de las preventas petroleras que no fueron consideradas endeudamiento, a pesar de que sí tendremos que pagarlas.

El primer día laborable de 2015, el presidente Correa en visita oficial al gigante asiático buscaba garantizar más fondos. Jubiloso anunció que había conseguido 7.500 millones de dólares. Los días pasaron y los créditos no llegaron. La economía china había entrado en una compleja transición que desaceleró su crecimiento y redujo su apetito por continuar invirtiendo en América Latina. Con insuficiente financiamiento, bajos precios del crudo y un dólar fuerte, la economía ecuatoriana se sumergió en una recesión técnica.

Para 2016, el Gobierno apuesta nuevamente que China vendrá al rescate con 3.000 millones de dólares. El presidente Correa explicó que este nuevo acuerdo irá más allá de un asunto financiero y económico, pues implica, entre otras cosas, asistencia recíproca.

No es la primera vez que los ecuatorianos buscamos solucionar nuestros problemas recurriendo a una nación poderosa para que nos auxilie. En 1859, García Moreno buscó el apoyo de Francia cuando Ecuador se encontraba en medio de un conflicto armado con Perú y sufría los estragos de una guerra civil. El poderío económico y prestigio francés sedujeron al Primer Mandatario, quien propuso una fallida transformación de Ecuador en un protectorado francés como salida a los problemas de la época. Han pasado muchos años desde este episodio, pero seguimos dependiendo del rescate externo en vez de aplicar políticas económicas responsables.

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