Alberto Acosta-Burneo

Modernización portuaria

La propuesta de inversión en el puerto de Posorja es bienvenida siempre y cuando incentive la competencia portuaria beneficiando a todos los actores relacionados con el comercio exterior.

Vivimos una crisis naviera mundial que está impulsando una revolución en el comercio marítimo. Para adaptarse a este nuevo escenario, las grandes compañías navieras han iniciado la construcción de naves gigantes “postpanamax” que les permitan alcanzar economías de escala y reducir sus altos costos de operación. Este cambio también es un desafío para los países de la región que requieren invertir en infraestructuras portuarias capaces de recibir estos mega buques.

A nivel latinoamericano las inversiones portuarias han superado los 6.000 millones de dólares en los últimos años. Lamentablemente, las inversiones portuarias en Ecuador llevan varios años de retraso. La mejor vía para acelerar este proceso de modernización es impulsando concesiones que garanticen recursos (que el gobierno ya no dispone) y transfieran la responsabilidad de equipamiento, instalaciones y operación portuaria a una empresa experta.

La más reciente oferta de inversión portuaria corresponde a la firma dubaití DP World para la construcción de un puerto de aguas profundas en Posorja. La firma propone construir el puerto con una inversión total de 1.200 millones de dólares en dos fases. Es una buena noticia que el proceso de negociación se encuentre avanzado y que el país llegue a tener finalmente un puerto con 16 metros de calado que permita el ingreso de los buques “postpanamax”.

Pero según información de la prensa nacional, la empresa dubaití ha incluido entre sus pretensiones cláusulas inaceptables que buscan restringir la libre competencia portuaria: que no se desarrolle ninguna facilidad portuaria a 200 kilómetros del puerto de Posorja (lo que restringiría la expansión inclusive del puerto de Guayaquil), que se cierre el canal de acceso que actualmente se utiliza para el puerto de Guayaquil y se use exclusivamente el que ellos construirán, que no se drague el canal de acceso de Guayaquil a más de 9,75 metros y que se les autorice tasas un 20 por ciento más altas que al operador del puerto de Guayaquil.

El Estado tiene la destructiva capacidad de crear monopolios a través de concesiones restrictivas. Como regla general, los mercados poco competitivos terminan afectando al consumidor porque elevan los precios y reducen la cantidad producida. Este caso no sería la excepción.

La propuesta de inversión en el puerto de Posorja es bienvenida siempre y cuando incentive la competencia portuaria beneficiando a todos los actores relacionados con el comercio exterior. No se debe caer en el mismo error del Plan de Movilización 2013-37 realizado para el gobierno por la española Ineco, que planeaba eliminar la competencia entre los puertos.

No hay tiempo que perder para incrementar la competitividad portuaria ecuatoriana. La oferta de servicios debe ampliarse, la infraestructura y equipamientos modernizarse, y los trámites requieren simplificarse. Busquemos que a través de las concesiones, cada puerto desarrolle su máximo potencial. La fórmula es aumentar la competencia, no reducirla.

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