Alberto Acosta-Burneo

Más empleo

Para hacer frente a los ciclos económicos, aprendamos del caso alemán en donde, para garantizar empleos, los acuerdos colectivos y las empresas permiten reducir horarios de trabajo y aceptan rebajas salariales temporales.

En los nueve años en el poder, el Gobierno privilegió la estabilidad laboral y la redistribución de rentas de los empresarios al trabajador a través de mayores salarios. Esta política se fundamentó en un supuesto antagonismo entre trabajadores y empleadores que, para el Socialismo del siglo XXI, solo se soluciona cuando el Estado otorga “la supremacía del trabajo humano sobre el capital”.

El mercado laboral se volvió rígido: se eliminó la tercerización, se instauró la prisión por no afiliación a la seguridad social, se descartaron los contratos a plazo fijo y se los transformó en indefinidos, se incrementó ostensiblemente el costo de despido y se prohibió a las empresas tener utilidades hasta que todos sus trabajadores reciban un “salario digno” superior al salario mínimo.

Los salarios en el país se incrementaron 47 por ciento en términos reales a pesar de que la productividad creció más lentamente volviendo poco competitiva a la producción. Ecuador pasó a tener uno de los salarios más altos de la región superando a países con mayor desarrollo relativo como Chile, Brasil o México.

Muchos pensarán que todo esto benefició a los trabajadores. ¿Quién puede estar en contra de mejores salarios, o de una mayor estabilidad laboral? La respuesta es simple: quienes no tienen un trabajo adecuado o los que lo están perdiendo.

Las rigideces laborales suponen erróneamente que todos los trabajos son como los de un oficinista con una jornada laboral de 8 horas de 8H30 a 17H30 con una hora de almuerzo, de lunes a viernes. La realidad es más compleja. Por ejemplo, en el campo las vacas deben ser ordeñadas todos los días incluyendo los sábados y domingos. En los restaurantes, la atención puede terminar a altas horas de la noche. La pesca se produce en las madrugadas. Existen las estaciones: la época de cosecha es pocos meses al año y requiere de mucha mano de obra adicional. Además, la economía tiene ciclos: la bonanza requiere de más empleo, mientras que las recesiones implican caídas en las ventas y menor demanda laboral.

Hasta ahora, los efectos negativos de la rigidez laboral fueron neutralizados por la bonanza económica, pero este esquema es incompatible con la actual contracción económica. Todas esas “conquistas laborales” terminan beneficiando a los pocos que tienen un trabajo adecuado y que logren conservarlo. A la fecha son cinco de cada 10 ecuatorianos. ¿Y el resto?

Para generar más empleos hay que adaptarse a los ciclos de la economía. Aplaudo que el Gobierno anuncie medidas de flexibilidad laboral. Esperemos que sean lo suficientemente efectivas y fáciles de cumplir para que alcancen su objetivo. Es necesario reintroducir la flexibilidad en los horarios, dar cabida a los jóvenes sin experiencia y que estudian, facilitar el empleo temporal para responder a la estacionalidad en la producción. Para hacer frente a los ciclos económicos, aprendamos del caso alemán en donde, para garantizar empleos, los acuerdos colectivos y las empresas permiten reducir horarios de trabajo y aceptan rebajas salariales temporales. Hasta que estos cambios lleguen, ¡a seguir presentando carpetas para conseguir un empleo!…

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