El delantero del Barça se desvincula de los negocios y solo responde a las preguntas de sus abogados.
Leo Messi no sabía nada. Se limitaba a jugar a fútbol y confiaba ciegamente en su padre. Jorge Horacio Messi velaba por sus intereses y sabía algo más que el hijo... Pero no mucho más. También confiaba plenamente en sus asesores —primero un fiscalista argentino, después un despacho de abogados—, quienes montaron una estructura de empresas en paraísos fiscales sin que él supiera que servía para que Leo pagara menos impuestos por sus derechos de imagen.