La científica ecuatoriana Ana Cecilia Villa Parra fue reconocida con el premio regional L'Oréal–Unesco Para las Mujeres en la Ciencia Centroamérica y Región Andina 2025. Es la segunda mujer del país en recibir este galardón.
Villa Parra, docente e investigadora de la Universidad Politécnica Salesiana en Cuenca, obtuvo su doctorado en Brasil y su postdoctorado en Japón . Actualmente dirige la maestría en Ingeniería Biomédica y fue destacada por desarrollar una plataforma tecnológica que contribuya en los procesos de neurorehabilitación en personas que sufrieron un accidente cerebrovascular.
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La ceremonia se realizó en Bogotá, Colombia, el 29 de octubre, y premió a tres científicas de la región:
El Premio Regional L'Oréal-UNESCO para Mujeres en la Ciencia, fue creado hace 27 años y promueve la participación femenina en la ciencia, un campo históricamente dominado por hombres. En esta edición, se recibieron 145 postulaciones de los tres países y se obtuvo el apoyo de la Universidad del Rosario, la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y la Universidad Espíritu Santo de Guayaquil (UEES).
"Solo un tercio de los científicos en el mundo son mujeres. Por eso, el principal objetivo de esta iniciativa es inspirar y empoderar a las nuevas generaciones. Mientras la brecha de género existe, seguiremos trabajando para superarla y visibilizar la valiosa labor de las científicas", señaló a Vistazo, Eduardo Gotuzzo, presidente para Centroamérica y Región Andina de L'Oréal Groupe.
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En entrevista con Vistazo, Villa-Parra habló sobre lo que la impulsó a trabajar en el área de neurorehabilitación:
¿Cómo funciona la aplicación?
Nosotros trabajamos con bioseñales. La idea es identificar la intención de movimiento del usuario para que dispositivos -como un guante robótico, una prótesis de codo o una mini bicicleta para pedalear-puedan responder a esa intención.
Para lograrlo, adquirimos señales musculares y cerebrales, siempre de forma no invasiva, colocando electrodos superficiales. Luego, mediante algoritmos de procesamiento de señales, reconocemos la intención del movimiento: cuando la persona quiere realizarlo, el sistema lo detecta y activa el dispositivo robótico.
Por ejemplo, si alguien intenta flexionar o extender la mano, pero no puede hacerlo por las secuelas de un accidente cerebrovascular, el robot ejecuta el movimiento. Esta estimulación ayuda al cerebro a regenerarse y reaprender, aprovechando su capacidad de neuroplasticidad.
¿Desde hace cuánto tiempo trabaja en este proyecto?
Lo hemos desarrollado desde hace varios años. Tenemos una colaboración activa con Brasil, país donde realicé mi doctorado y donde continué mi línea de investigación en robótica para rehabilitación. Posteriormente, durante mi posdoctorado en Japón, trabajé también en el procesamiento de bioseñales, lo que fortaleció la base científica de este proyecto. En la universidad, hemos buscado formar capacidades locales. Durante dos años consecutivos, obtuvimos fondos que nos permitieron capacitar a estudiantes y docentes, tanto de nuestra institución como de otras universidades. Actualmente, el proyecto ya está aprobado y en marcha, y esperamos que el próximo año podamos contar con el primer prototipo funcional de la plataforma.”
¿Qué esperar una vez que tengan el prototipo?
Nuestro siguiente paso será proponer el protocolo de evaluación con sujetos. Empezaremos con personas saludables, para validar el reconocimiento de las señales, y luego contaremos con un grupo de control. El gran desafío será llegar a los centros de rehabilitación. Necesitamos socializar la tecnología, capacitar a los fisioterapeutas y establecer convenios con instituciones que brinden servicios de neurorehabilitación, para que en el futuro podamos trabajar directamente con pacientes. Es un proceso largo que requiere la participación de profesionales especializados y tener un protocolo aprobado por un comité de ética local. Aun así, confiamos en que muy pronto podremos presentar la plataforma dentro de la universidad, como un primer paso para proyectarla hacia los centros de rehabilitación.
¿Cuál fue tu motivación para trabajar en el campo científico?
R: La parte de ingeniería viene de casa. Mi papá es del área eléctrica y electrónica, así que desde pequeña ver placas y cables era algo cotidiano para mí. Gracias a su apoyo, decidí seguir el camino de la ingeniería. Al mismo tiempo, siempre me interesó la medicina y la biología. Cuando descubrí la robótica aplicada a la salud, especialmente un robot utilizado en neurocirugía, sentí que había encontrado mi vocación. Me di cuenta de que los conocimientos de ingeniería podían aplicarse directamente en la medicina, y ahí supe que ese sería mi camino. Durante mi etapa universitaria, formé parte del grupo estudiantil de Ingeniería Aplicada a la Medicina y Biología del IEEE, donde organizamos eventos y compartimos experiencias con otros estudiantes del área. Ya en mis posgrados, continué fortaleciendo esa línea de investigación. Creo que la clave fue el apoyo familiar y la curiosidad por las nuevas tecnologías, porque te abren la mente y te ayudan a descubrir aquello a lo que realmente quieres dedicar tu vida.
¿Por qué es necesario apoyar estas iniciativas en Ecuador?
R: Es una tecnología poco conocida en el país. Si bien en otros lugares del mundo ya se utiliza y existen dispositivos comerciales aplicados en procesos de rehabilitación, en Ecuador aún es algo nuevo. Por eso, uno de nuestros principales objetivos es que la tecnología sea asequible. Con esta plataforma buscamos reducir los costos, gracias al diseño y desarrollo local. Al crear la tecnología nosotros mismos, también podremos brindar soporte técnico interno, lo que abarata significativamente los gastos y facilita el acceso. Una vez consolidados esos componentes humanos y técnicos, será mucho más sencillo implementar la plataforma y ampliar su alcance.
*Además de pertenecer a la comunidad de científicas, el premio "Para Mujeres en la Ciencia" otorgó diez mil dólares a cada ganadora para apoyar su carrera y proyectos. Y, desde L'Oréal aseguraron que están evaluando la posibilidad de que la ceremonia de premiación del 2026 se realice en Ecuador, uno de los tres mercados principales de esta iniciativa.