En todos los países, la producción nacional contribuye a la dinamización de la economía interna y a la generación de plazas de trabajo. Sin embargo, en Ecuador cumple también un rol estratégico: mantener la dolarización.
Este sistema monetario se sustenta con la inyección de dólares a la economía ecuatoriana, ya sea a través del aumento de las exportaciones o disminuyendo las importaciones. En este segundo ámbito, varios sectores productivos brindan un aporte esencial.
Uno de ellos es el cartonero. “Ecuador es uno de los países más desarrollados en América Latina en la fabricación de cajas de cartón corrugado, y los empaques que aquí se producen son de calidad mundial, por ello los clientes no necesitan importar este tipo de empaque”, asegura Rafael Simon, gerente general de Cartopel.
Con la producción nacional de cartón, el país se ahorra alrededor de 600 millones de dólares anuales, al no tener que comprar productos similares desde el extranjero. De este total, Cartopel aporta con el 33 por ciento.
La gran mayoría de los productos de exportación ecuatorianos son empacados en cajas de cartón corrugado, explica Simon. Solo en banano, en 2019, se enviaron al extranjero más de 357 millones de unidades.
Dentro del mercado doméstico también tienen un gran uso para el empaque de productos alimenticios, medicinas, línea blanca, cerámica, licores, entre otros, y son muy importantes para la distribución y almacenaje.
En el caso de Cartopel, además aporta con la producción de 100 mil toneladas de papeles kraft al año para la elaboración de las cajas de cartón, lo cual representa un ahorro de divisas para el país de alrededor de 60 millones de dólares.
Otro sector que contribuye con la reducción de las importaciones es el reciclador. Mario Bravo, presidente ejecutivo del grupo empresarial del mismo nombre, asegura que todos los materiales que se reciclan en el país son utilizados como materia prima.
“En plásticos, los polietilenos de alta y baja densidad, inyección y otros se usan en la industria nacional, solo en casos especiales, que no haya demanda interna, se exporta como es el caso del PET”, indica el empresario.
La misma situación acontece con los metales no ferrosos, que son utilizados en ciertas líneas como perfiles de aluminio, y algún otro material en pequeña escala.
La actividad representa un gran ahorro para el país, que tiene un alto índice de reciclaje. Por ejemplo, en chatarra ferrosa y no ferrosa se recupera el 100 por ciento, en cartón el 90 por ciento, en papel un 70 por ciento y en plásticos a nivel general se logra un 30 por ciento.
Aunque Bravo resalta que en este último material, tiene una alta incidencia la recuperación de las botellas PET (con un 85 por ciento), debido al impuesto redimible que incentiva económicamente a los recicladores de base.
MÁS INVERSIONES
La atracción de capitales foráneos o la reutilización de ganancias vía inversiones es otro de los mecanismos de las empresas nacionales para fortalecer la economía.
En esta dinámica, La Holandesa apostó por el desarrollo de un nuevo producto a través de la inversión de 1,5 millones de dólares para la nueva planta de yogur.
Seis meses tomó la construcción, que estuvo operativa en enero del presente año. “Esta línea de producción mantiene un alto porcentaje de automatización, lo que nos permite producir 40 mil litros de yogur diarios y cumplir con la demanda de nuestros consumidores”, manifiesta Álex Escudero, gerente general de la compañía.
Skretting también apunta al desarrollo de sus productos y servicios dirigidos al sector acuícola. Para ello, la empresa ya realizó una inversión inicial de 65 millones de dólares en su planta de producción de alimentos extruidos.
Y este año amplió sus objetivos mediante la firma de un adendum al acuerdo de inversión para una nueva planta por un valor de 172 millones de dólares con el Ministerio de Producción.
Para el primer trimestre de 2021, Skretting tiene previsto la segunda fase del proyecto en sociedad con Hendix Genetics, Macrobio y Nutreco, que consiste en avances en genética junto con salas de cuarentena.
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