Palmeiras vuelve a ganar la Copa Libertadores venciendo a Flamengo en Montevideo

EFE y AFP
Desde 2001, ningún equipo sudamericano había podido revalidar su título de campeón en la Copa Libertadores. Palmeiras de San Pablo, Brasil, lo consiguió.

El equipo paulista Palmeiras, que defendió este sábado el título de la Copa Libertadores ganado en 2020, aguó la fiesta al carioca Flamengo, que llegaba a este encuentro con la vitola de favorito y perdió el único partido de la edición 2021 que, sí o sí, debía ganar.

Y lo hizo en el Estadio Centenario de Montevideo, el coliseo por excelencia de la Libertadores, que ha albergado, con la de hoy, su vigésima primera final del máximo torneo de clubes de América.

En este estadio los 'rubronegros' habían conquistado su primera Libertadores 40 años atrás, en 1981, y aspiraban a sumar su tercera, después de la lograda en 2019. Sin embargo, y como dice el dicho, a la tercera fue la vencida: el Flamengo no había perdido ninguna de sus dos finales previas.

En las gradas y en las calles de Montevideo, donde se les vio en los últimos días disfrutando de cerveza fría y carnes en las típicas parrilladas uruguayas, los 'torcedores' del 'Mengao' habían sido muy superiores en número.

El estadio, esta vez sí, a diferencia de la final de la Copa Sudamericana, jugada hace una semana y que presentó una pobre entrada, mostró un ambiente de gala, el de las grandes ocasiones. La tribuna Colombes (fondo) y buena parte de la Olímpica (lateral) ocupadas por los seguidores del 'Mengao'; el resto del frontal y la Amsterdam (fondo) para los del 'Verdao'.

Los cánticos y bailes de los 'torcedores' de Palmeiras y Flamengo inundaron las gradas del Centenario desde horas antes del inicio del choque. Tan así que la pasión por unos colores devino en Amor con mayúsculas y, en los prolegómenos del embate, un aficionado del Flamengo pidió matrimonio -anillo en mano- a su novia, seguidora del Palmeiras. El abrazo y el beso que inmortalizaron las cámaras de televisión hacen pensar que las diferencias futbolísticas no afectan a su relación.

La superioridad en número de los rojinegros no impidió que los de verde y blanco agitaran bufandas, globos y banderas, especialmente a raíz del gol logrado por Raphael Veiga en el minuto 5, que enmudeció los ánimos de aquellos.

La vitola de favorito que presentaba el equipo de Renato Gaúcho antes del inicio del encuentro, que llegó invicto en la presente edición, con solo 3 empates en 12 partidos, se desvaneció en los primeros instantes del juego, a partir de esa jugada.

El desafiante Abel Ferreira había avisado en la rueda de prensa del día anterior de que su equipo se había presentado igualmente como 'víctima' ante Sao Paulo y Atlético Mineiro en cuartos de final y semifinales, respectivamente, y se había plantado en el choque decisivo.

Sin embargo, en el minuto 72 apareció la supuesta estrella rojinegra 'Gabigol' para sellar un empate que hizo rugir al viejo coliseo montevideano, remodelado con la ayuda de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) para las finales continentales. Fue la única participación de Gabigol en los 120 minutos de juego.

Sin ganas de que la fiesta terminara, se llegó a la prórroga, en la que, con gol de Deyverson en el minuto 5 del alargue, el 'Verdao' se convirtió en el primer campeón que repite desde la gloriosa racha del Boca Juniors de Carlos Bianchi (2000 y 2001) y firma su tercer triunfo en una final por otras tantas caídas.

El técnico portugués introdujo a falta de 7 minutos para la conclusión al veterano capitán Felipe Melo, que el día anterior había afirmado en rueda de prensa que él estaba a disposición para lo que se precisase de él.

Y, sin duda, lo que precisaba su equipo era que, al final y tras celebrar en el fondo con sus seguidores, levantase el trofeo más preciado, ese que había dejado al costado de la cancha como mudo testigo el argentino Nery Pumpido, ganador de la Libertadores como jugador del River Plate en 1986 y como técnico del Olimpia paraguayo en 2002.

La afición del Palmeiras festejó la victoria que mejor sabe, la del que acude como víctima propiciatoria. Mientras, en el lado del Flamengo, el llanto por la derrota se unió al de no poder dedicar la Copa a uno de los suyos que ya no está: el fotoperiodista de Efe Marcelo Sayao, fallecido justo hace un año.