El doloroso relato de Karina después de perder una mano en un intento de femicidio en Guayas

Karina necesita someterse a una cirugía para recuperar la movilidad en su mano, la otra fue cortada por su exconviviente.
Kevin Hidalgo
Karina necesita someterse a una cirugía para recuperar la movilidad en su mano, la otra fue cortada por su exconviviente.

“Intenté salir, pero como él estaba al frente mío, me tumbó y caí al suelo. Le daba patadas, pero no pude detenerlo”. Con esta frase, Karina Troya relata los momentos de pánico que vivió cuando su expareja la agredió con un machete, hasta casi quitarle la vida. Durante el ataque intentó cubrirse el rostro, pero su agresor terminó cortántole la mano.

Con varias heridas en el cuerpo, sin una mano y con la otra inmovilizada a causa de un corte en el tendón, ella pide ayuda para costear los gastos de la cirugía que le ayudará a recuperar la movilidad en su brazo izquierdo.

Karina decidió contar a Vistazo su historia, una que casi termina sumándose a la dolorosa cifra de 190 femicidios y muertes violentas de mujeres, que se han ocurrido en lo que va del 2022 en Ecuador:

Junto al padre de sus hijas sostuvo una relación de ocho años. Al inicio todo iba bien, pero conforme pasaron los años, la actitud del sujeto cambió. Karina era agredida física y psicológicamente.

“A las bebés también les pegaba porque lloraban mucho en la noche y como yo las defendía, me daba manotazos. Era muy agresivo, amenazante, por una cosita se enojaba”, dice la madre de dos niñas.

En junio de este año, decidió separarse, ya no aguantaba más maltratos, pero él no aceptó esta decisión. Insistía en que quería retomar la relación.

Un mes después, el primero de julio, discutieron por la misma razón. “Él quería volver y yo le decía que no, que mejor cada quien por su lado”. Parecía que el hombre se había dado por vencido. Se despidió de las niñas y salió de la casa, ubicada en el cantón Simón Bolívar, provincia del Guayas.

Minutos después, el individuo entró a la vivienda con un machete. Karina estaba sentada cuando sintió un golpe en la espalda, ahí comenzó su calvario. Recibió machetazos en la cabeza, espalda y brazos. “Me cortó la mano mientras intentaba taparme el rostro”.

Las niñas, de seis y tres años, empezaron a gritar. Hasta que vecinos y familiares llegaron a socorrerla. Mientras tanto, el sujeto huyó.

El mujer estuvo a punto de ser víctima de femicidio.

NECESITA CIRUGÍA PARA RECUPERAR UNA DE SUS EXTREMIDADES

Karina fue trasladada al Hospital León Becerra en Milagro, pero por la gravedad de las heridas la llevaron al Hospital de Guayaquil, en donde le curaron las heridas, pero no le operaron el brazo izquierdo porque argumentaron que no hacen ese tipo de procedimientos.

Lo que más necesito es que me operen mi brazo porque es el único que me queda para mis necesidades. Actualmente, mi familia tiene que asearme, bañarme, me ayudan en todo lo que necesito”.

Yesenia Moreno, tía de la víctima, comenta que en el hospital les dijeron que la operación del brazo inmóvil es muy cara, por lo que piden ayuda a las autoridades y a la sociedad civil para poder pagar los gastos la intervención, así como una prótesis que sustituya la extremidad cortada.

“Nosotros nunca pensamos que él le iba a hacer eso. Fue algo que no puedo entender, ni creer, parece una pesadilla”, lamenta Moreno.

Karina no solo sufre los estragos físicos, sino también los psicológicos. Relata que se siente preocupada porque sus hijas le tienen miedo, no se acercan a ella con facilidad. “Tengo muchos dolores, en la noche no puedo descansar bien”.

En cuanto al agresor, la mujer indica que está en prisión preventiva, tras entregarse él mismo a la justicia.

Por el momento, la denuncia ya está puesta y se inició un proceso legal. La familia de la víctima pide la pena máxima para el sujeto y que el caso no quede en la impunidad.

Si desea ayudar en la recuperación de Karina, puede hacerlo al siguiente número: 0985698500.

Karina pide ayuda para conseguir una prótesis y operarse el otro brazo que está inmovilizado.

A LO LARGO DE LA VIDA

En el país, 65 de cada 100 mujeres, de 15 años en adelante, han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida, según la Encuesta Nacional de Violencia Contra las Mujeres, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), de noviembre del 2019, la más actual.

Según este informe, la violencia psicológica es la más recurrente, seguida de las agresiones físicas, sexual y patrimonial.

“Todas hemos sufrido algún tipo de violencia y a pesar de que existen leyes, protocolos, siguen normalizando estos comportamientos. Muchas víctimas no logran detectar a tiempo, dado que la sociedad estigmatiza e incluso cuestiona a una víctima”, dice Jenny Lara, psicóloga del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam) Guayaquil.

Agrega que las mujeres no denuncian las agresiones por varios factores. Algunas se encuentran en aislamiento, los atacantes no les permiten salir, por lo tanto, no pueden visibilizar la violencia que están atravesando.

“En todo este proceso también hay que tomar en cuenta la afectación psicológica, muchas de ellas vienen con procesos de afectación como el miedo y la culpa”.

La dependencia económica es otro factor que también juega un papel importante, muchas de ellas no trabajan o producto de la violencia han renunciado a su trabajo.

A esto hay que sumarle la permisividad social. “Muchas mujeres denuncian, pero lamentablemente las personas con las que ellas han interactuado, les dicen 'bueno, no es para tanto, lucha por tu matrimonio', entre otras ideas que minimizan la violencia”.

Todas las mujeres han atravesado algún tipo de violencia en su vida.

El sistema de justicia es otro punto por el que una mujer puede desistir de denunciar, puesto que les piden pruebas visibles, algo que en las primeras escalas de violencia no se puede evidenciar.

“La violencia psicológica es muy difícil de probar en el aspecto judicial, deben mostrar hematomas, heridas abiertas para que les crean”, explica Lara.

La experta menciona que el primer paso para salir de un círculo de violencia es que la mujer sepa que no está sola y que se vayan generando redes de apoyo.

Cepam Guayaquil ha atendido cerca de 1.098 mujeres por todo tipo de violencia en lo que va del 2022.

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