El debate sobre los organismos genéticamente modificados o transgénicos continúa. Consultamos sus puntos de vista sobre el tema al doctor César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de las Américas, UDLA.
Los transgénicos usualmente son más asociados con agricultura y alimentación, pero se vienen empleando en otras áreas poco cuestionadas como la medicina: ¿cuáles son estas aplicaciones y qué han significado para la vida de los seres humanos?
La tecnología transgénica permite la manipulación genética de los organismos, utilizar el ADN de una especie para crear una característica nueva en otra. Gracias al uso de la biotecnología se empiezan a fabricar medicamentos con genes humanos evitando rechazos o reacciones a los productos que antes se venían usando y que provenían de caballos o pollos.
La insulina, la hormona de crecimiento, el interferón y los anticuerpos monoclonales para el tratamiento del cáncer, y la vacuna contra la rabia, son las más representativas para explicar lo que significa la tecnología transgénica. La aplicación en biología humana es amplia y aceptada por la mayoría de la gente. Eso nunca ha creado un conflicto, es en la alimentación donde se han generado más problemas por desinformación.
Los estudios clínicos publicados en revistas especializadas y los meta análisis concuerdan en que no se han podido identificar riesgos en la salud por el consumo de transgénicos… ¿por qué persiste la resistencia?
Hay una cuestión que es la asociación caprichosa entre los transgénicos y quienes los producen. Se ha asociado los transgénicos clásicos, que son la soya y el maíz, con la empresa transnacional que los produce. Por eso, cuando se habla de transgénicos, inmediatamente se los relaciona con ella, y por supuesto que hay problemas, pero es un asunto financiero, de negocios. Se crea un transgénico para venderlo y que dependan todos de esa semilla y de los productos agroindustriales y de control de plagas que fabrican. Todo es hecho por la misma empresa, entonces se establece una relación de negocio y se crea dependencia. Pero eso no impide que haya otro camino.
¿Estamos hablando de prácticas comerciales más que de temor a la tecnología?
Exactamente. No se ha demostrado que el transgénico sea un problema real de salud. De hecho, los productos transgénicos están en nuestro medio, hay más de 200, los hemos consumido durante 20 años y no hay evidencia científica de que produzcan daños en la salud. Por ejemplo, todo lo que tenga como base pasta de soya tiene transgénicos, el 90 por ciento de la soya de exportación de EE.UU. es transgénica y nosotros consumimos parte de ella.
¿Qué problemas de la agricultura se han aliviado o solucionado gracias a los cultivos transgénicos? Y en Ecuador, ¿qué problemas se podría resolver o qué cultivos se podrían hacer más eficientes?
Los transgénicos aparecen por la necesidad de resolver un problema real, que es la defensa de las plagas que diezman y acaban con las plantaciones. Localmente tenemos que buscar una manera de protegernos, por ejemplo producir un gen de resistencia a las heladas de la papa, que es uno de nuestros principales alimentos. Lo mismo nos pasa con el banano, que tiene plagas y que con biotecnología podríamos resolver el problema.
Por otra parte, el maíz amarillo de la costa tiene plaga, por lo que deberíamos investigar para crear un maíz que sea resistente y que resuelva un problema real de desabastecimiento local. Buscar un maíz que puede ser producto de transgénesis o un producto híbrido pero encontrar una salida tecnológica.
En Brasil se están haciendo investigaciones en fréjol para obtener uno de mejor calidad alimenticia. Lo mismo está haciendo Argentina con el tema de la soya y el trigo. Muchos países se han dado cuenta de que la tecnología transgénica puede resolver problemas reales cuando es aplicada de manera consciente, sin dependencias comerciales. Eso es lo que asusta, a mí también me asusta que dependamos de un solo vendedor. Pero nosotros como país, podemos usar esta tecnología para resolver nuestros problemas.
Muchas voces, incluida la del Presidente de la República, consideran que el artículo 401 de la Constitución es un candado al avance de la ciencia en esta materia y que pone al país en desventaja porque prohíbe los transgénicos.
Creo que si queremos ser competitivos deberíamos entrar en esa tecnología. El Presidente siempre ha estado claro en que ese artículo obstaculiza la investigación. No podemos hacer investigación porque crear una semilla transgénica contradice la Constitución. Pero lo que tenemos que hacer es investigaciones seguras, con una visión de crear productos que mejoren la salud de los humanos y yo creo que bajo esa perspectiva debería modificarse ese artículo.
Usted propone para el Ecuador el desarrollo e implementación de tecnología propia para superar los problemas locales… ¿Qué tan costosos o lentos serían esos procesos, considerando que en los Estados Unidos, por ejemplo, toma en promedio 13 años y una inversión de 130 millones de dólares desde la investigación hasta la puesta en el mercado de una semilla transgénica?
Quienes están creando las semillas transgénicas tienen un interés financiero e invierten millones de dólares para obtener un producto que sea vendible y que sus ganancias sean exorbitantes. Nosotros, con la tecnología a la que tenemos acceso podríamos producir lo mismo, simplemente bajo nuestra visión. El solo hecho de lograr hacer un transgénico nuevo sería un avance científico mundial que nos colocaría al nivel de cualquier otro país que tiene la tecnología para hacerlo. Deberíamos unirnos para crear un organismo transgénico que solucione un problema.
Pasando al tema de afectación al medio ambiente por los transgénicos… ¿Cuáles son los riesgos reales de este tipo de cultivos? ¿El cruce de especies, la afectación a la vida de insectos: abejas, mariposas monarca; la bioinvasión hacia las especies nativas?
Sobre el cruce de las especies, yo que trabajo en genética sé que no es que yo boto genes en el ambiente y esos genes se van a ir volando a insertarse en las plantas y en las personas. Eso no ocurre.
Los estudios han demostrado que hay un desplazamiento de los insectos, porque cada especie tiene un alimento preferido naturalmente. Cuando se cambia el cultivo hay un alejamiento de los bichos naturales, pero eso pasa con la agricultura normal también. No se puede decir que los transgénicos son los únicos que ahuyentan especies naturales. En la agricultura, cuando se reemplaza una vegetación primaria por una de tecnología agrícola también se van los insectos y se produce un problema ecológico, pero tenemos que sopesar qué es lo que necesita la humanidad y la respuesta es alimentos producidos de manera consciente, controlada, promocionando el uso adecuado del suelo, la ecología y la vida de los insectos para que aunque haya un impacto, sea el menor posible. Se pueden hacer cultivos mixtos, con un centro cultivado con transgénicos y rodeados de cultivos naturales para evitar justamente el alejamiento de los insectos naturales.
A mí me parece una doble moral terrible, prohibir las semillas, no producir pero importar alimentos con transgénicos y consumirlos. No lo entiendo. Esta tecnología debe ser usada para beneficio de la humanidad, pero con racionalidad.