Huangyanguan (China).- Uno de los maratones más atípicos del mundo, y a la vez uno de los más duros, es el que cada primavera se disputa en un remoto tramo de la Gran Muralla, el paso de Huangyanguan, donde los corredores tienen que subir y bajar exactamente 5.164 escalones del monumento más famoso de China para dilucidar quién es el mejor.
La carrera, que pese a su dureza tiene un aire muy festivo, disputó su decimosexta edición con 2.530 participantes de más de 60 países, entre ellos 27 españoles y algún corredor de México y Perú.
Sin embargo, atletas de EEUU, China y Francia son los mayoritarios en ese batallón de "locos" que deciden llevar la carrera más larga del programa olímpico a un monumento que incluso andando es difícil de recorrer.
"Este maratón es único, es como correr sobre la Historia", comenta a Kent Wang, miembro de la organización que desde 1999 prepara con mimo esta prueba, nacida por iniciativa de una agencia de viajes danesa, Albatros.
"Al principio organizaban viajes para turistas daneses, que incluían, como es obvio, la Gran Muralla, pero decidieron añadir un toque diferente", comenta Wang sobre los inicios de esta maratón, que sólo ha fallado en 2003, cuando tuvo que ser cancelada por la epidemia de SARS.
Muchos de los que participan son, en efecto, turistas con inquietudes deportivas, aunque también corren muchos extranjeros que viven en China, y tampoco falta un grupo de especialistas en ultramaratones, ya que para muchos el circuito de la Gran Muralla, pese a tener los 42,195 kilómetros reglamentarios, es psicológicamente más largo.
Tras tener que subir y bajar un tramo de cinco kilómetros del sinuoso monumento, las fuerzas fallan, y lo normal es que los atletas completen la carrera en mucho más tiempo que en otras maratones, de ahí que el récord de la prueba esté en 3:09:18, muy por detrás de la plusmarca mundial de la maratón, actualmente en 2:02:57.
Un crono que, para añadir otro toque especial a esta carrera, lo comparten tres atletas que entraron juntos y de la mano en la edición de 2013 (el estadounidense Jorge Maravilla, el griego Dimitris Theodorakakos y el neozelandés Jonathan Wyatt).
"Es el más duro que he corrido", aseguró a Efe el francés William Ghibaudo, que llegó hoy quinto a la meta y aseguró que si le ofrecieran repetirlo "hoy con el cansancio les diría que no, pero quizá más adelante cambie de opinión".
"Es especialmente dura la segunda vez que se sube a la Muralla, pero bueno, la vista es preciosa, y la gente es magnífica", señala una corredora de Carolina del Sur (EEUU) amiga de maratones exóticos y que el año pasado corrió otro muy especial, el que se disputa en las praderas de Mongolia.
Pese a la dureza, el clima de la carrera más que de competición es de fiesta, ya que la tradicional parafernalia de estas carreras populares (disfraces, bailes en la línea de salida, grupos de amigos corriendo juntos) tampoco falta en esta maratón.
Esto se nota especialmente en la parte que discurre por la Gran Muralla, donde los escalones, especialmente peligrosos por sus distintas alturas, obligan a que buena parte del pelotón camine por esa parte de la carrera, y en algunas torres de vigilancia se crean pequeños tapones y colas.
"Así da tiempo a charlar con otros compañeros de carrera", celebra un corredor canadiense.
La carrera no sólo transcurre por el monumento que los chinos construyeron desde hace dos milenios para defenderse de las invasiones nómadas del norte, y así también hay partes en carretera, por pistas pedregosas o circuitos en pueblos de la zona.
Los campesinos de estos pueblos, que cada año ven invadida por un día su aldea de atletas, apenas se inmutan por el paso de la marea de corredores, aunque sus niños no paran de animar y chocar palmas con los atletas.
"Es sin duda una bonita experiencia, te permite entrar un poco en la vida de los campesinos chinos", comenta el neoyorquino Nick Keller, un profesor que enseña Historia en Changzhou (este del país) y que hoy corrió la media maratón.
"Los niños te saludan, las vistas son increíbles, la organización es muy buena", resume el corredor amateur mexicano Óscar Sierra, que tras completar la carrera en algo más de cinco horas es recibido por su familia con emoción y con un dibujo de su hijo.
El maratón de la Gran Muralla ha tenido ganadores españoles en años pasados, caso de Sofía García Bardoll, que venció el pasado año, así como Luis Alonso (2013) y Salvador Calvo (2007). El mexicano Romualdo Sánchez se impuso en la edición de 2008. EFE