El pasado viernes 9 de abril falleció el príncipe Felipe, duque de Edimburgo. Pese a haber estado casado con la reina Isabel II del Reino Unido por más de 70 años, nunca recibió el título de “rey”. Esto se debe a antigua tradición que data desde mucho antes de la pareja.
En 1947, dos años después de haber dado fin a la Segunda Guerra Mundial, la entonces princesa Isabel, hija del rey Jorge VI, se casó con un oficial de la marina de Gran Bretaña, Felipe de Battenberg.
Una vez unidos en matrimonio, Felipe renunció a su título de príncipe de Grecia y Dinamarca y su religión (ortodoxa). En vez de ello, le fueron concedidos los títulos de duque Edimburgo, Conde de Merioneth y Barón de Greenwich.
Más tarde, Isabel ascendió al trono tras la muerte de su padre, y Felipe, pese a estar casado con una reina, nunca se convirtió en rey. Y es que, en la historia de la realeza, a los conyugues de las reinas se los conoce como “príncipes”, porque el título de “rey” solo se transmite a quienes heredan el trono, no a quienes están casados con un miembro de la familia real.
Sin embargo, solo cuando un rey se casa con una mujer, ella puede tomar el título de reina porque en se caso, y según la tradición, el título de rey está ligado al ejercicio del poder, mientras que el de reina puede ser entendido como ceremonial.
Es por eso que, por ejemplo, la madre de la reina Isabel fue coronada reina, y Kate Middleton, que se casó con el príncipe Guillermo en 2011, probablemente se convertirá en reina cuando el príncipe asuma el trono.
Así, siguiendo una serie de tradiciones profundamente arraigadas a la monarquía, en 1957, diez años después de su matrimonio, Isabel condecoró a su marido como príncipe oficial de Gran Bretaña.
EL FUTURO DE ISABEL II
Ahora que Felipe no está, Isabel ya no tiene a su “apoyo”, como ella misma lo ha nombrado. Los diarios locales no pueden evitar preguntarse qué pasará con la reina de 94 años, por lo que se plantea la posibilidad de que finalmente el príncipe Carlos, el hijo mayor de la pareja y heredero al trono, sea quienc de la reina, preparándose así para su futuro reinado.
En una nota de análisis de The Times, escrita por Valentine Low, la autora recordó que en 2012 Felipe estuvo grave e Isabel siguió adelante con sus compromisos, como toda su vida.
“¿Lo hará ahora con 94 años y una pena que no se irá tan fácil?” plantea “En aquel entonces, su reacción fue exactamente la que esperábamos de una mujer cuya devoción al deber ha sido inquebrantable: siguió adelante a pesar de todo. Asistió al concierto del Palacio de Buckingham sin él; y al día siguiente, en la catedral de San Pablo, recorrió el pasillo sola, mostrando una figura un poco desamparada mientras caminaba lentamente detrás del alcalde. El espectáculo debe continuar”.
Low resalta que la reina nunca se mostró como una persona “autoinsulgente” pese a las dificultades que debió atravesar.
“Esta es la mujer que el día después de la muerte de su padre tuvo que encontrarse con Winston Churchill y otros dignatarios cuando llegó a Heathrow. Está acostumbrada a controlar sus emociones en público”, remarcó la especialista en realeza.
Sin embargo, señaló: “No hay duda de que la Reina se asegurará de que continuará haciendo su trabajo mientras pueda. Sin embargo, la pregunta es: ¿qué podrá manejar? ¿Y por cuánto tiempo?”