El Ceaaces mantiene en reserva los puntajes de cada universidad, porque su objetivo no es establecer un orden, sino agruparlas, refiere su titular, Francisco Cadena. Esta búsqueda de la excelencia sigue apretando el acelerador para la próxima acreditación de 2018, “un proceso irreversible”.
Quince universidades fueron cesadas desde que el extinto Conea evaluó en 2008 a las Instituciones de Educación Superior (IES) con miras a desaparecer las “universidades de garaje”. Se establecieron cinco categorías, pero en 2017 solo quedarán tres. Para 2018 habrá una nueva tipología de universidades, tiempo en el que se medirá el modelo del Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces).
Una reciente evaluación opcional a la que sometieron trece universidades dejó felices a tres que subieron a la categoría A, pero dejó un amargo sabor en la Universidad Técnica de Cotopaxi que no alcanzó el puntaje mínimo para mantenerse en la categoría C. Algunos rectores reclaman que la exigencia del Ceaaces es imposible de cumplir. Otros señalan que las calificaciones no son técnicas y que habrá que reformar o desaparecer el modelo.
Francisco Cadena, presidente del Ceaaces, defiende su papel: “Mejorar continuamente la calidad de la educación superior”. Y anuncia que el modelo de evaluación obligatoria para 2018 aún no está definido.
Hay cuestionamientos al modelo de evaluación. ¿Han pensado hacer rectificaciones para la acreditación obligatoria de 2018?
Socializamos los instrumentos de evaluación con las universidades. Les hemos invitado a que participen. De hecho, hay un grupo de universidades que me presentó una propuesta de evaluación para el próximo modelo, que es perfectible y habrá que cambiarlo. No se ha decidido nada todavía. Todas las IES han mejorado en infraestructura. Ya tienen cien sobre cien en conectividad. Habrá que fijar una meta más alta. Nuestros indicadores son generalmente per cápita. Vemos en función del tamaño de cada universidad.
¿Cómo se evaluó a las universidades? Algunos rectores reclaman que se cambiaron los parámetros a último momento, cuando se les había ofrecido aplicar el mismo modelo de 2013...
Son 44 parámetros que están divididos en seis grandes criterios: organización, academia, investigación, vinculación con la sociedad, recursos e infraestructura, y estudiantes. Aplicamos los mismos parámetros que en la evaluación de 2013 pero subimos la exigencia en un 10 por ciento. Unas actualizaciones fueron de carácter legal y salarial, ahora que ya tenemos un reglamento para los sueldos de los profesores. Esos ajustes fueron advertidos a las universidades desde el principio.
¿Considera que el porcentaje de profesores con PhD resulta demasiado exigente y no se ajusta a la realidad del país?
Hay que ver los resultados del conjunto de universidades evaluadas opcionalmente. Las públicas tenían 95 PhD, hoy tienen 257; las privadas tenían 48, ahora 168. El aumento es considerable. Es la muestra de que no podemos bajar la exigencia. La meta planteada en la tipología se podría revisar en función de las áreas de conocimiento o en función de un cronograma. Estamos abiertos a discutir el modelo.
¿Qué pasará con la Universidad Técnica de Cotopaxi? No alcanza el puntaje mínimo para mantenerse en la C, pero no hay reglamento que permita bajarla a la D.
Esa universidad bajó un 33 por ciento en términos académicos. El parámetro de profesores con nombramiento es de los más bajos del sistema, al igual que las remuneraciones promedio. En 2013, se le dio una acreditación por cinco años y eso se mantendrá, aunque sus indicadores son muy bajos. Es una situación que hemos llamado de “irregularidad académica”. El futuro de la universidad está en manos del Consejo de Educación Superior, al que ya hemos enviado nuestro informe.
En el camino de la excelencia desapareció la categoría E, próximamente la D. ¿Desaparecerá la C?
Debería haber solo A. Es la secuencia que hemos ido desarrollando. Al principio teníamos cinco categorías: desde la A hasta la E. Luego bajamos a 4; y, próximamente tendremos solo 3, porque las universidades intervenidas que están en categoría D, deben subir por lo menos a la C. Creo que sería muy bueno que el sistema solo tuviera categoría A, e irnos aproximando a eso. Esa es la idea de la evaluación continua.
Algunos rectores no concuerdan con la categorización. Dicen que debería acreditar a las universidades pero no clasificarlas en categorías. ¿Cree que si hay un cambio de gobierno este organismo sea eliminado?
Trabajamos para que este sea un proceso sostenible en el tiempo. Que las universidades lo vean como necesario para mejorar la calidad continuamente. Tenemos evaluadores de todo el mundo. Estamos evaluando a las carreras de Medicina y Odontología y esa información la compartimos con el Ministerio de Salud Pública. Es un insumo para la política pública. Varios rectores que en un principio se molestaron, ahora dicen que la evaluación ha servido para ver en qué estaban fallando y mejorar.
¿Es una obligación que las IES se acojan a la nueva tipología que plantea el Ceaaces?
El Reglamento dice que las universidades deben decidir hasta octubre de 2017 a qué tipología quieren pertenecer, y para 2018 debe cumplirse el proceso. La LOES plantea tres tipos de universidades: “investigación con docencia”, “docencia” y “educación continua”. Se ha discutido el tema con las universidades y hay un consenso para que haya solo dos tipos: una con mayor énfasis en investigación y otra con mayor énfasis en docencia. Es algo que también se está tratando en el Código Ingenios.
¿Qué modelo de evaluación aplicarán para esta tipología?
Podría ser el mismo de la categorización pero con una ponderación en docencia o investigación. Tendría los mismos indicadores, pero con más peso en una de las dos actividades. Sería una alternativa para no tener dos modelos diferentes. Y dentro de estas tipologías habrá IES que hagan investigación al más alto nivel y otras menos. Es decir, se pueden establecer clasificaciones dentro de ellas.
¿Qué tipo de profesionales saldrán de estas universidades?
Los productos de la universidad no solo son los estudiantes. Nuestra visión es que la universidad no solo debe transmitir conocimientos, sino, además, generarlos. El 70 por ciento de los productos de exportación del país no tiene valor agregado. ¿Quién le puede incorporar ese valor tecnológico-científico? Las universidades, las instituciones de investigación. Son las señales que estamos transmitiendo a las universidades. Hacia allá vamos.