Siete de cada diez ecuatorianos mayores de 15 años tienen actualmente una cuenta de ahorros activa, pero solo tres de cada diez tienen acceso a crédito: el dato que arroja el más reciente estudio de la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD) permite concluir, según sus autores, que “el verdadero desafío en el Ecuador ya no es el acceso al sistema financiero sino una inclusión plena”.
En el país, según el estudio “Avances de la Inclusión Financiera en el Ecuador 2024”, los esfuerzos por instalar cada vez mayores puntos de atención –cajeros, agencias, puntos de pago o retiros en tiendas o locales comerciales- han permitido que 10,4 millones de personas, que representan el 83% de la población adulta, tengan acceso a productos financieros, incluidas las cuentas de ahorro.
“Una cifra que ubica al país entre los más altos de América Latina”, dicen los voceros de la Red.
Sin embargo, no todos los ecuatorianos que tienen alguno de estos productos o herramientas financieras hacen uso de ellas. Hay una brecha de casi del 30%: un total de 3,75 millones de personas que, aunque tienen una tarjeta de crédito o de débito, una cuenta bancaria o un servicio de banca móvil, no lo utilizan.
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¿Por qué ocurre esto en Ecuador? Existe detrás un tema cultural que sigue colocando todavía al dinero en efectivo como el medio de pago más utilizado: una tendencia que, según la Red, se observa también en otros países de la región.
Los usuarios de la banca o de las instituciones formales perciben que los costos financieros son todavía elevados y quieren evitarlos; muchos, además, tienen aún dudas sobre la seguridad en las transacciones. Son dos temas en los que existen oportunidades de mejora, señala la Red.
Por ejemplo, aunque el 60% de los ecuatorianos tiene una tarjeta de débito, solo el 32% la utiliza. Y con las tarjetas de crédito, el patrón es similar: 31% las tiene, pero apenas el 15% las usa para realizar pagos, según los datos más actualizados.
Pese a esta realidad, la investigación de la Red de Instituciones Financiera de Desarrollo (RFD) refleja que al mismo tiempo hay un avance en el uso de medios digitales para hacer pagos o transferencias. En el 2024, el 42% de los ecuatorianos los utilizó para realizar algún tipo de pago; en el 2023, la cifra fue del 36%.
Hay otras señales positivas, según Valeria Llerena, directora ejecutiva de la Red: entre 2023 y 2024, el uso de billeteras móviles aumentó 5 puntos; el de apps de entidades financieras creció también en 5 puntos, y el de tarjetas de crédito subió 7 puntos.
“Este dinamismo sitúa a Ecuador por encima de países como Bolivia, Chile y Perú en adopción de productos digitales”, sostiene la vocera.
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Ante estos escenarios, el reto más importante para el país está ahora en el acceso y uso del crédito. Entre la población menor a 30 años, el desafío es mayor: aunque seis de cada diez tienen una cuenta de ahorro activa, solo el 16% tiene un crédito. Entre los adultos de más de 45 años, el acceso a crédito se eleva al 35%.
Un nuevo fenómeno identificado por la Red como ‘la re-exclusión financiera’ complica el panorama, advierte el estudio de la Red. “Se estima que 1,26 millones de personas que alguna vez accedieron al sistema financiero han sido expulsadas por el deterioro en sus condiciones crediticias”.
Según Llerena, se trata de un problema que reduce el índice real de inclusión financiera del 73% al 63%. “Comprender la situación de los clientes que tienen problemas para acceder, usar sus productos y cumplir con sus obligaciones es esencial para buscar alternativas que les permitan aliviar su carga económica y así insertarse en el sistema formal¨, afirma Llerena.
Si se toma en cuenta la ‘re-exclusión financiera’ y el uso aún limitado de los productos financieros, este es el estado real de la inclusión financiera en el país: el 37% de los ecuatorianos mayores de 15 años (4,7 millones) está fuera del sistema, concluye el informe de la Red. Y hay tres razones para ello: 17% no accede, 10% no usa los productos que posee y otro 10% ha sido re-excluido.