Cannes (Francia).- El noruego Joachim Trier presentó este 18 de mayo en Cannes una potente película, "Louder than bombs", sobre "lo que no se dice, lo que nunca se explica en una familia" y que destaca por la forma en la que está contada y por las interpretaciones, más que por el contenido.
Isabelle Huppert, Gabriel Byrne, Jesse Eisenberg, Rachel Brosnahan y Devin Druid protagonizan una historia sobre la incomunicación familiar, que tiene poco de original pero que está contada de una manera brillante por Trier, con una forma de narrar que mezcla realismo, clasicismo o hiperrealismo en algunas escenas preciosas.
Huppert es el personaje sobre el que pivota toda la historia. Su fallecimiento años atrás en un accidente de coche tras haber sido fotógrafa de guerra es un hecho que el resto de los miembros de la familia aún no han asumido.
"La noción del dolor y de la pérdida de alguien nos ha permitido estructurar la historia", explicó en rueda de prensa Trier, que junto a Eskil Vogt trabajó durante más de un año sobre los personajes antes de buscar la estructura para poder contar lo que querían.
"Había que encontrar un equilibrio, como en la vida real. Los hijos reflejan la educación de los padres y los padres presentan características de los hijos", explicó el realizador, para quien la película "es una especie de retrato intergeneracional".
Un filme con una compleja estructura -"polifónica", como definió Trier- en la que cada personaje pertenece a una generación y pasa por un momento muy diferente de su vida.
El padre (Byrne) intenta comprender lo que pasó con su mujer a la vez que busca seguir adelante y se muestra incapaz de entender a su hijo adolescente, al que interpreta con gran convicción Devin Druid.
El hijo mayor se ve sobrepasado por el hecho de haber sido ya padre y por descubrir cosas del pasado de su madre que no se esperaba. Y el menor se esconde en la música y el silencio para evitar enfrentarse con la realidad.
Una película que atrapa por la eficaz forma en la que Trier la ha rodado, mezclando realidad y sueños, pasado y presente, sin dar las habituales explicaciones extras que las películas de Hollywood utilizan para que el espectador no se pierda nada, pero tampoco sea capaz de pensar por sí mismo.
"La película trata también del paso del tiempo, de la noción de la memoria, de cómo recordamos del pasado", explicó Byrne, para quien en la actualidad el conflicto entre el hogar y el lugar de trabajo es algo habitual que genera un sentimiento de culpa en los padres.
Un filme que "aborda la complejidad de la vida interior" y el difícil trabajo de los padres durante la adolescencia, precisó el actor irlandés, que solo tuvo elogios para el director y para sus compañeros de reparto.
"Trabajar con Joachim ha sido una experiencia increíble, es un realizador que se interesa en los actores (...) dirige de una forma que cuida mucho de los actores y de los personajes y eso es algo maravilloso", explicó.
Sobre el joven Devin Druid, aseguró que estaba "totalmente presente emocionalmente en cada escena y trabajaba como si llevara ya una carrera de décadas".
Y aunque de forma muy breve, fue de lo más elocuente al hablar de la actriz francesa: "actuar con Isabelle Huppert es el 'súmmun' de mi ambición profesional".
Huppert por su parte destacó el hecho de que sea una película europea pero rodada en Nueva York y con actores americanos, "una experiencia inédita para cada uno de nosotros, para los actores americanos, para mí, experiencias que son siempre muy enriquecedoras, una película internacional en el mejor sentido de la palabra".
Una película que fue muy bien recibida en Cannes, donde hace 55 años compitió por la Palma de Oro nada menos que el abuelo del realizador, Erik Lochen, con "Jakten".