Las pandemias tienen dos tipos de final: el médico, que ocurre cuando las tasas de incidencia y muerte caen en picada, y el social, cuando disminuye la epidemia de miedo a la enfermedad, según el historiador de medicina Jeremy Greene.
Un final puede ocurrir no porque la enfermedad haya sido vencida, sino porque las personas se cansan de estar en modo pánico y aprenden a vivir con ella. Allan Brandt, historiador de Harvard, dijo que algo similar está ocurriendo con la COVID-19: “Como hemos visto en el debate sobre la apertura de la economía, muchas preguntas sobre lo que se llama el final están determinadas no por los datos médicos y de salud pública, sino por procesos sociopolíticos” afirmó en un artículo de The New York Times.
Otro de los factores que los historiadores consideran, es la epidemia del miedo, como sucedió en Irlanda en 2014, cuando en África occidental habían muerto más de 11 mil personas a causa del ébola. A pesar de que la epidemia parecía estar disminuyendo, y ningún caso había ocurrido en Irlanda, el miedo público era palpable. A los pocos días la Organización Mundial de la Salud declaró que la epidemia de ébola había terminado. Pero en el país ya había causado un problema social, por cuestiones de raza.
Cada epidemia amplificó el miedo que vino con el siguiente brote. La pandemia medieval comenzó en 1331 en China. La enfermedad, junto con una guerra civil que estaba en su apogeo en ese momento, mató a la mitad de la población de China. A partir de ahí, la plaga se trasladó a lo largo de las rutas comerciales a Europa, África del Norte y el Oriente Medio. Entre 1347 y 1351, mató al menos a un tercio de la población europea. Murió la mitad de la población de Siena, Italia.
Esa pandemia terminó, pero la plaga volvió. Uno de los peores brotes comenzó en China en 1855 y se extendió por todo el mundo, matando a más de 12 millones de personas solo en India. Las autoridades de salud de Bombay incendiaron barrios enteros intentando librarlos de la peste.
Sin embargo, la peste nunca se fue realmente. En Estados Unidos, las infecciones son endémicas entre los perros de las praderas en el suroeste y pueden transmitirse a las personas. Snowden dijo que uno de sus amigos se infectó después de una estadía en un hotel en Nuevo México. El anterior ocupante de la habitación tenía un perro, que tenía pulgas que transportaban el microbio.
Tales casos ahora se pueden tratar con éxito con antibióticos, pero cualquier informe sobre un caso de peste despierta el miedo.
Entre las enfermedades que han llegado a un fin médico está la viruela. Pero es excepcional por varias razones: hay una vacuna efectiva, que protege de por vida; el virus Variola major no tiene huésped animal, por lo que eliminar la enfermedad en humanos significó la eliminación total; y sus síntomas son tan inusuales que la infección es obvia, permitiendo cuarentenas eficaces y rastreo de contactos.
Una posibilidad, dicen los historiadores, es que la pandemia del coronavirus pueda terminar socialmente antes de que termine médicamente. Las personas pueden cansarse tanto de las restricciones y declarar que la pandemia terminó, aunque el virus continúe esparciéndose entre la población y no se haya encontrado una vacuna o tratamiento efectivo.