Violeta Barrios de Chamorro, quien pacificó Nicaragua después de décadas de guerra y fue la primera mujer elegida presidenta en América, murió el sábado a los 95 años en Costa Rica, informó su familia.
Barrios de Chamorro, presidenta de Nicaragua de 1990 a 1997, había sido trasladada de Managua a San José en octubre de 2023 para estar cerca de sus cuatro hijos, desterrados por el actual gobierno de Daniel Ortega.
"Doña Violeta falleció en paz, rodeada del cariño y del amor de sus hijos y de las personas que le brindaron un cuido extraordinario", según un comunicado firmado por sus familiares.
La expresidenta murió por complicaciones derivadas del Alzheimer y una embolia cerebral que sufrió en diciembre de 2018.
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"Sus restos descansarán temporalmente en San José, Costa Rica, hasta que Nicaragua vuelva a ser República, y su legado patriótico pueda ser honrado en un país libre y democrático", subrayó el texto.
Ortega, un exguerrillero de 79 años, presidente de Nicaragua de 1985 a 1990 y nuevamente en el poder desde 2007, es señalado por sus críticos, gobiernos y organismos internacionales de ser un autócrata que aniquiló la tolerancia, libertades e independencia de poderes, que "Doña Violeta" había conseguido.
En Managua, el gobierno de Ortega y su esposa Rosario Murillo, designada "copresidenta" en febrero pasado, destacó que Barrios de Chamorro hizo un aporte a la paz en Nicaragua, en un comunicado titulado "Descanse en paz Doña Violeta".
El gobierno nicaragüense "reafirma que su figura representó un aporte para la necesaria paz en nuestro país", indicó la nota publicada en medios oficialistas, sin anunciar ninguna medida en homenaje a la expresidenta.
Ocho expresidentes de Costa Rica, entre ellos el Nobel de la Paz Óscar Árias, recordaron a Barrios de Chamorro como una "ciudadana" que "sirvió con valentía, dedicación, y honradez al pueblo de Nicaragua en sus horas más oscuras y decisivas".
"Gran dama, luchadora y demócrata", reaccionó de su parte el presidente de Panamá, José Raúl Mulino.
Diversas personalidades nicaragüenses y organizaciones sociales en el exilio lamentaron su muerte.
"Doña Violeta siempre consecuente con su ánimo de reconciliación, actuación democrática y empatía. Falleció en San José, forzada por la persecución de sus hijos e hijas", aseguró la excomandante guerrillera Dora María Téllez, en España tras haber sido encarcelada y expulsada del país por el gobierno de Ortega.
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Desde Estados Unidos, Arturo McFields, exembajador nicaragüense ante la Organización de Estados Americanos (OEA), consideró "inmenso" el legado de Chamorro: "Doña Violeta nos recuerda que ningún exilio es eterno y que incluso las dictaduras más sangrientas tienen fecha de caducidad".
Barrios de Chamorro era la viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro, miembro de una de las familias más prominentes de Nicaragua, que siendo dueño y director del diario La Prensa fue asesinado en enero de 1978 por su oposición a la dictadura de Anastasio Somoza.
Cuando en julio de 1979, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó al régimen de Somoza, ella integró la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, entre cuyos cinco miembros estaba Ortega.
Contra todo pronóstico, Barrios de Chamorro ganó las elecciones de 1990 postulada por la UNO, una coalición de 14 partidos que derrotó a Ortega, que buscaba seguir en el poder.
Esta política, entonces de 60 años, reconcilió a un país dividido y en bancarrota tras décadas de guerra. Abolió el servicio militar obligatorio, concluyó el desarme de la guerrilla de los contras y redujo al entonces Ejército Popular Sandinista, fortaleció la institucionalidad y la libertad de prensa.
"Ha fallecido uno de los personajes más trascendentales de la historia reciente de Nicaragua. En su período se produjo la única primavera democrática", subrayo el nicaragüense Centro de Asistencia Legal Interamericano, que trabaja en el exilio.
En lo económico, Barrios de Chamorro abrió el país al libre mercado y adoptó un plan de austeridad fiscal y privatización de empresas públicas, que provocaron huelgas masivas. Los sandinistas la acusaban de haber anulado los avances sociales de la revolución.
Tras las protestas contra Ortega de 2018, cuya represión dejó 320 muertos según la ONU, sus hijos adoptaron, desde el periodismo o la política, un fuerte activismo opositor que los llevó al destierro.