Filadelfia (EE.UU.).- Rodeada de los más pequeños y abogando por el ejercicio y la comida sana ha pasado la primera dama de EE.UU., Michelle Obama, los casi ocho años que lleva en la Casa Blanca, desde donde también ha impulsado una campaña para que más niñas y adolescentes en todo el mundo tengan acceso a la educación.
También ha bailado mucho y, como hizo hoy durante su discurso de apoyo a la candidatura presidencial de Hillary Clinton en la Convención Demócrata, se ha mostrado siempre como una mujer fuerte, segura de sí misma, algo que ha dejado huella en las nuevas generaciones.
Por eso, hoy en su discurso, con la voz quebrada por la emoción, Michelle Obama dijo que, gracias a Clinton, sus hijas y el resto de jóvenes del país "dan por hecho" que una mujer puede llegar a la Presidencia de EE.UU.
"La primera dama me ha inspirado a convertirme en una joven más fuerte, feliz e independiente", resume una adolescente en un video, producido por el director J.J. Abrams, que se emitió en la convención antes del discurso de Michelle Obama. Ella "nos da esperanza", afirma otra joven en el video. "Es, definitivamente, una de mis primeras damas favoritas", comenta un chico.
Para dar esperanza no solo a las estadounidenses, sino a decenas de millones de niñas y adolescentes de todo el mundo, la primera dama lanzó una campaña a comienzos del 2015 con el objetivo de romper barreras que les impiden acceder a la educación, y que van desde el coste de los estudios al miedo a ser secuestradas o abusadas en la escuela.
Según la Casa Blanca, alrededor de 62 millones de niñas y adolescentes en todo el mundo no van a la escuela y eso las hace más vulnerables a enfermedades como el sida, a contraer matrimonio de modo forzado y a otras formas de violencia.
"Me veo en esas niñas. Veo a mis hijas en esas niñas", ha dicho en varias ocasiones Michelle Obama, graduada en Derecho por la Universidad de Harvard.
Su campaña, bautizada "Let Girls Learn" ("Dejad que las niñas aprendan"), la ha llevado de gira por varios países, entre ellos España, donde estuvo hace menos de un mes.
Allí, en Madrid, la esposa del presidente Barack Obama pronunció una conferencia en la que animó a las jóvenes estudiantes españolas a contribuir a un cambio cultural en los países desarrollados que combata la desigualdad.
Otra de las cosas que definirá el legado de Michelle Obama será su defensa de una alimentación saludable y del ejercicio, sobre todo entre los niños, para luchar contra los altos índices de obesidad infantil en el país.
Al poco de llegar a la Casa Blanca en 2009, la primera dama montó un huerto en los jardines de la residencia presidencial y desde 2010 es la cabeza visible del programa "Let's Move!" ("Movámonos"), orientado precisamente a animar a los más pequeños a seguir una dieta saludable y hacer ejercicio.
Igualmente comprometida está con un programa de apoyo a los veteranos de guerra y sus familias que impulsa en compañía de Jill Biden, la esposa del vicepresidente Joseph Biden. Pero, como ella misma asegura, su labor más importante en la Casa Blanca ha sido la de "mamá en jefe" de sus dos hijas, Malia y Sasha.
Tanto ella como el presidente Obama alardean de que han logrado que las dos sean unas adolescentes normales e inteligentes, en parte porque ellos siempre han sido muy exigentes con el respeto a la privacidad de ambas.
Creadora sin pretenderlo de tendencias de moda, Michelle Obama ha trasladado a la Casa Blanca el mismo estilo de su época de madre trabajadora en Chicago: llevar ante todo lo que le gusta y le resulta confortable, como las clásicas chaquetas de punto o vestidos a la altura de la rodilla.
Es también, a día de hoy, una de las figuras demócratas más populares del país, por delante de su marido y en contraste con los altos índices de desaprobación de Clinton . EFE