El tema de la apariencia no solo afecta a los seres humanos, también juega un papel importante en la selección de alimentos. Lo que no tiene la forma y el tamaño establecidos, muchas veces, se desecha.
El desperdicio de alimentos es una realidad y hoy más que nunca se le está dando visibilidad a este problema en todo el mundo. Nuestro país no está excluido del problema y según Tristram Stuart, el gurú internacional de la lucha contra el desperdicio de alimentos, Ecuador es un caso más de los países que sufre tremendamente este problema por culpa de exigencias absurdas de mercados del primer mundo.
En su visita al país en 2011, el activista inglés presenció este panorama específicamente con el tema del banano y vio a nuestro país como uno más del listado donde se desperdicia un producto de calidad debido a cánones de estética ridículos.
El banano lleva muchas décadas siendo un producto de exportación por el reconocimiento mundial hacia su calidad. Pero en este camino hacia el éxito, una importante cantidad de la producción de nuestro “oro verde” no llega a los mercados extranjeros.
El líder mundial de la lucha contra el desperdicio alimentario,
Tristram Stuart, junto a bananos rechazados después de una
jornada de producción por no poseer la curvatura adecuada.
¿Por qué? De acuerdo al estudio que hizo Stuart, existen dos razones por las cuales se produce tal nivel de desperdicio en nuestra producción bananera: el tamaño y forma del producto, y la mala gestión al momento de hacer previsiones para nuevos períodos. Si el banano no logra el tamaño buscado, entonces se rechaza. Igual sucede con su forma. Los bananos deben tener una curvatura adecuada, que no supere un porcentaje establecido.
De acuerdo a la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE) en el país se están exportando actualmente cerca de 300 miles de millones de cajas de banano al año. De esta cantidad exorbitante, una parte importante será considerada rechazo (se le denomina así al material que no entra en el circuito del mercado) por razones como afectación por alguna plaga, que haya empezado a madurar pronto o que no cumpla con las normas que el mercado exige. La cantidad de rechazo varía por la marca y el mercado donde se destina el producto.
Una parte del rechazo se vende como alimentos para animales, otra se utiliza para abono del campo y el resto para alimento humano en el país. Hay que recordar que el desperdicio de alimentos está ligado al desperdicio de agua y la generación de CO2.
Carteles promocionales de la cadena de supermercados
Intermarché mostrando “frutas feas”.
Similar al caso de Ecuador está el del africano país de Kenia, donde se rechaza entre un 33 y 45 por ciento de lo que se produce por razones estéticas mayormente. Los dueños de las haciendas y exportadores acusan a los mercados europeos que sostienen que son quienes ponen estas normas tan estrictas en cuanto a la estética de los productos. Los productores sienten tremendamente este rechazo pues su producción refleja pérdidas muchas veces, y en ocasiones la necesidad de endeudarse para poder pagar a sus trabajadores.
Volviendo a nuestra región, según la Agencia Mundial para la Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) un 40 por ciento de la producción agrícola en Latinoamérica se desperdicia. Los productores medianos y pequeños son los que siempre salen perdiendo fruta pues ellos utilizan intermediarios (que generalmente son propiedad de las mismas grandes empresas productoras y exportadoras de banano), mientras que las grandes multinacionales son exportadoras directas y se les asegura un mercado.
ACCIONES CONCRETAS
Existen cada vez más iniciativas que protestan y actúan para evitar que se desperdicie más comida sin una razón válida. A nivel mundial se ha implantado una campaña llamada Think.Eat.Save., que en colaboración con la FAO, UNEP y la Feria de Düsseldorf (Alemania), y soporte de la Secretaría General Hambre Zero de Naciones Unidas, se encarga de servir de instrumento comunicador para proyectos de todo nivel, con la única finalidad de crear un sistema alimentario más sostenible y justo.
Uno de estos eventos es el Feeding 5K, organizado por el mencionado activista Tristram Stuart. El evento consiste en alimentar gratuitamente a 5.000 personas a partir de comida cocinada con productos que –según los negocios alimentarios como supermercados, mercados, tiendas y restaurantes–, se consideran desperdicio. Se realizan periódicamente durante el año en grandes ciudades alrededor del mundo. Empezó en Londres en 2009 y ha alimentado ya a miles de personas exitosamente.
Público participando en el evento Feeding 5K en Bruselas
en 2013, organizado por el activista Tristram Stuart.
Otra acción muy interesante es la que ha desarrollado en Francia la cadena de supermercados Intermarché. Ésta ha empezado a vender frutas y verduras que generalmente no aceptarían, pues no cumplen con los requerimientos estéticos establecidos. Se aplica un 30 por ciento de reducción en el precio habitual, para de esa manera apoyar el consumo de esta categoría de productos.
La iniciativa ha traído excelentes resultados, pues los consumidores se dan cuenta en que no hay nada perjudicial en el consumo de estos productos. Al fin y al cabo, terminarán sobre la mesa, en un plato como una receta. ¿Qué sentido tiene el pagar más?
EN ECUADOR
En el país, el desperdicio de alimentos se combate mayormente mediante iniciativas de la empresa privada, como el Banco de Alimentos, y empresas que destinan directamente sus productos rechazados a la caridad.