Un mordisco a un alimento tan simple como el pan puede desatar un cataclismo en el organismo de personas con cierta predisposición genética, produciendo la enfermedad celíaca. El desencadenante es una proteína llamada gluten.
Es muy poco conocida en nuestro medio, lo cual dificulta las cosas para quienes la padecen. La enfermedad celíaca o celiaquía produce inflamación en el intestino delgado y daño en su pared interior, ocurre como reacción a la ingesta de gluten, una proteína presente en el trigo, la avena, la cebada y el centeno (TACC) y muy utilizada en alimentos procesados.
Los síntomas varían de paciente a paciente, pero los más comunes son las molestias intestinales, hinchazón, diarrea y dolores estomacales. Uno de los temas más graves relacionados con la enfermedad celíaca es que algunas personas no saben que la padecen por lo que continúan consumiendo alimentos que contienen gluten, lo cual puede conducir a diversas complicaciones médicas que van desde la falta de absorción de nutrientes hasta el daño de algunas partes del intestino delgado, pasando por la disminución o aumento de apetito, estreñimiento, náuseas, vómitos y pérdida de peso inexplicable en algunos casos.
ENFERMEDAD CELIACA
Cuando una persona con celiaquía consume gluten,
el sistema inmune reacciona destruyendo las
vellosidades del revestimiento del intestino delgado.
La celiaquía es una enfermedad autoinmune, nombre que se le da a las enfermedades en las que, por razones desconocidas, el organismo se ataca a sí mismo. El doctor Carlos León, gastroenterólogo y endoscopista digestivo del Omni Hospital aclara: “La celiaquía es la única enfermedad autoinmune en la que se conoce cuál es el disparador, a diferencia de la diabetes tipo 1 o la artritis reumatoide en la que no se sabe qué hace que el sistema inmune de un momento a otro empiece a atacar al páncreas o las articulaciones respectivamente. En la celiaquía el disparador es el gluten y lleva a dañar el revestimiento de los intestinos, pero como también es una enfermedad sistémica, no sólo afecta la vía gastrointestinal sino también a otros sistemas, puede producir inclusive compromiso neurológico.
Cuando una persona con enfermedad celíaca consume gluten, el sistema inmune reacciona destruyendo las vellosidades que se encuentran en el revestimiento interior del intestino delgado. Estas vellosidades son un elemento clave para la absorción de los nutrientes de los alimentos.
¿CÓMO IDENTIFICARLA?
El doctor León explica que los gastroenterólogos sospechan de celiaquía cuando ven a un paciente con anemia crónica microcítica, deficiencia en la absorción de hierro, bajos niveles de hemoglobina y síntomas digestivos como dispepsia, dolor abdominal al consumir ciertos alimentos, a veces diarreas o lo contrario: estreñimiento.
“Los síntomas digestivos son inespecíficos, pero al estudiarlos junto con los resultados de los exámenes se puede sospechar de un trastorno de mala absorción, dentro de los cuales puede estar la enfermedad celíaca como diagnóstico diferencial”.
DESPUÉS DE LA SOSPECHA
Una vez que el especialista empieza a encontrar pistas de celiaquía se deben hacer más exámenes confirmatorios. “Se requieren muchos datos para concluir que se trata de esta enfermedad. Tengo que pedir resultados sobre anticuerpos antitransglutaminasa ATG, que tienen dos componentes: IgA y el anticuerpo IgG (el cual se dispara si el paciente tiene la enfermedad desde hace mucho tiempo), adicionalmente hay que solicitar medición de la inmunoglobulina A, IgA”, señala el doctor León y agrega que simultáneamente pide una endoscopia para hacer una evaluación del duodeno (parte del intestino delgado conectada con el estómago) para tomar biopsia y que el patólogo indique la normalidad o alteración de las vellosidades del intestino (a través de la relación cripta-vellosidad) para conocer los niveles de atrofia. Mientras mayor sea la atrofia, mayor será el compromiso del intestino.
Carlos León, médico gastroenterólogo y endoscopista
digestivo del Omni Hospital de Guayaquil.
¿QUÉ TAN FRECUENTE ES?
Localmente no hay datos acerca de la prevalencia de la enfermedad. Según las guías mundiales de la Organización Mundial de Gastroenterología, se estima que afecta a uno entre cada 100 a 300 individuos de la población. El documento también señala que la relación de incidencia entre mujeres y hombres es de dos mujeres por cada hombre con la enfermedad y que en un 17 por ciento de ellas, la celiaquía puede irrumpir como una forma clínicamente severa durante el embarazo o después de que la mujer dé a luz. Localmente no hay datos de prevalencia.
Esta enfermedad puede aparecer en cualquier momento, “nunca se es demasiado viejo para desarrollarla”, dice Alessio Fasano, director del Centro para Investigación de Biología de Mucosas de la Universidad de Maryland, quien lideró una investigación que mostró que a medida que las personas que participaban en el estudio envejecían, aumentaba la incidencia de la enfermedad celíaca. Este estudio validó otro realizado en Finlandia en 2008 que señalaba que la prevalencia en la tercera edad era dos y medio veces mayor que en la población general. El doctor Carlos Catassi, coautor del estudio, sugiere a los médicos que tratan a adultos mayores que si estos presentan los síntomas característicos de la enfermedad, les realicen pruebas para descartar o confirmar el diagnóstico.
Existen pruebas genéticas en sangre para determinar el riesgo de desarrollar la enfermedad. De acuerdo a algunas estimaciones, el gen de riesgo está presente entre el 30 y el 40 por ciento de la población europea, y entre el 75 al 80 por ciento de los niños que tienen a uno de sus padres o a uno de sus hermanos con la enfermedad, según una publicación del Diario de Gastroenterología Pediátrica y Nutrición. Al respecto el doctor León señala: “Antes se creía que era una enfermedad de europeos, sólo de la raza blanca, pero no es así, hay varias razas que presentan variedades distintas de la enfermedad. Cuando se hicieron estudios de componente genético, se encontró el gen en los indígenas de Chile”, sin embargo aclara que tener predisposición genética no significa necesariamente que se va a desarrollar la enfermedad, aún no se conocen con certeza los mecanismos por los que en algunos casos se activa y en otros no.
¿CÓMO SE TRATA?
Hasta ahora, la enfermedad celíaca no tiene cura, pero los síntomas desaparecen y las vellosidades del revestimiento del intestino delgado se pueden regenerar con una dieta absolutamente libre de gluten. Sin embargo, algunos daños que pueden haber ocurrido cuando la enfermedad estaba activa por la ingesta de gluten pueden ser irreversibles. “El manejo del paciente celíaco es un proceso complejo, ya que hay que lograr garantizar el consumo de una dieta 100 por ciento libre de gluten.
Este es el diseño que identifica a los productos que no contienen
cereales con gluten: trigo, avena, cebada y centeno.
T.A.C.C. proviene de las iniciales de estos cuatro alimentos.
En nuestro país tenemos dos temas: mucho subdiagnóstico y falta de reglamentación en el etiquetado de alimentos que garanticen cero contaminación con gluten”, dice el doctor León y explica que inclusive si uno de los ingredientes de un producto fue almacenado en silos que anteriormente guardaron harinas con gluten, ya no podría ser consumido por un celíaco. Otras veces, esta sustancia puede estar presente en lociones, cosméticos y hasta en ciertos tejidos empleados en prendas de vestir, porque aunque el punto de impacto más común es el digestivo, el gluten puede entrar por otras vías, hasta la olfativa. En otros países donde las políticas públicas incorporan esta enfermedad, estos productos llevan una etiqueta que anuncia claramente que tienen gluten y pueden ser evitados por los celíacos.
Lastimosamente, si no se trata la celiaquía puede devenir en linfoma (cáncer). Pero si hay un diagnóstico temprano y la persona suspende el consumo de gluten, no hay riesgo de padecer cáncer.