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La democracia ha renacido

lunes, 19 abril 2021 - 05:12
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    EDITORIAL
     
    Tras el fracaso de la invasión de bahía de Cochinos, el presidente John F. Kennedy parafraseó una cita de Napoleón Bonaparte: “Un viejo dicho dice que la victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana”. El nítido triunfo de Guillermo Lasso como presidente de Ecuador tiene muchos padres y la derrota de su contendor Andrés Arauz es casi huérfana.
     
    El principal autor para que Ecuador sentencie en las urnas aquel régimen que caminó al filo de la dictadura durante más de una década es el presidente electo. Desde 2012, cuando Lasso decidió dejar la comodidad de su puesto como banquero de una de las instituciones financieras más grandes del país para emprender una carrera política, no desmayó en su empeño por llegar a la meta. En el camino enfrentó con valentía la montaña rusa de la política nacional, donde prima el ataque incivilizado al oponente, el cinismo, la mentira y la ausencia de debate de ideas. Lo hizo con civilidad, entereza y resiliencia, dispuesto siempre a empezar otra vez, a pesar de las circunstancias adversas y a convertir las crisis en oportunidades. La segunda vuelta era una misión difícil, sino casi imposible, pero él supo dar el giro de timón para remontar una diferencia del 13 por ciento que le llevaba su oponente y superarlo con un porcentaje que no dejó la menor duda de su triunfo. Indudablemente, ha demostrado que tiene lo que el país requiere para enfrentar la coyuntura actual. Con él hay la esperanza para que sentemos las bases para un Ecuador democrático, libre, con oportunidades y con un gobierno eficiente para atender sobre todo a quienes más lo necesitan.
     
    Junto a Lasso, la victoria también tiene como padres a su alianza política, liderada por el exalcalde Jaime Nebot, lo cual significó superar diferencias entre personas que comparten una visión conjunta de trabajo para bien del país, una alianza de programas e intereses y no de compromisos bajo la mesa, como ha sido usual en Ecuador. También la victoria está en manos de un grupo de colaboradores de Lasso, que lo han acompañado desde sus inicios en política, demostrando que las tareas que logran objetivos se consiguen con equipos integrados y comprometidos con una misma visión. Finalmente, pero no menos importante está en el triunfo ese maravilloso apoyo familiar del presidente electo: su esposa que lo ha acompañado virtualmente en todos los eventos políticos en estos nueve años de campaña y sus hijos. Un presidente es el primer modelo de los roles que se transmiten a una sociedad y por las características humanas demostradas en estos años, el presidente electo será un buen modelo.
     
    Probablemente, no habrá un mea culpa público de la derrota del candidato Andrés Arauz. Aunque los dedos apunten a quien la gestó, el expresidente Correa, no habrá culpables. No obstante, cabe reconocer en Andrés Arauz un gesto de civilidad: llamar a felicitar a su oponente y aceptar su derrota con dignidad. Ese es el país que comienza a nacer con este triunfo de Guillermo Lasso, quien fue humilde en su victoria, sin inflamarse contra su adversario. La democracia ha renacido. ¡Hay esperanza!
     

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