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La administración del Metro

lunes, 6 diciembre 2021 - 19:53
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    Movilizarse en Quito es una odisea. Por su condición topográfica, salvo pocas avenidas, las calles son estrechas. A esto hay que añadir un crecimiento sostenido de su parque automotor que en la última década se ha incrementado a un promedio de 7,5 por ciento y que bordea el medio millón de unidades, de las cuales menos del 10 por ciento corresponden a transporte público. Especialistas estiman que un ciudadano común pierde por lo menos unas 28 horas al año por los trancones. Si a este viacrucis se añade las dos horas en promedio que dedican para transportarse en el servicio público en condiciones deplorables quienes viven lejos de las sedes de su trabajo, la Capital conspira contra los índices de productividad que el mundo moderno exige.

    Diversos estudios coinciden en que las grandes ciudades del mundo han resuelto sus problemas de transporte con dos políticas. La primera es la expansión de una red de transporte rápido de trenes, como el Metro, y la segunda una firme regulación en el uso de los automóviles. Para regular el uso de los vehículos privados, Quito alterna su rodaje por el número de las placas. Esto alivia, pero no soluciona la congestión. Por otro lado, construyó un sistema de trenes, Metro, que recorrerá 22 kilómetros, pero que no despega pese a que la infraestructura está lista en un 99 por ciento y se han pagado 1.428 millones de dólares de los 1.538 de su costo. El Metro será parte de la solución, pero la ineficiencia en la anterior administración municipal originó un retraso en su funcionamiento. Una obra de esa magnitud no puede seguir parada, pero tampoco puede entregarse su administración a la burocracia municipal, sino que debe ser manejada por alguna empresa que tenga la experticia para ello, en una asociación público-privada, mediante una convocatoria internacional. Hay buenos ejemplos de que cuando convergen el interés público y el privado, se logra eficiencia en los servicios para beneficio de los ciudadanos. Es el caso de los dos aeropuertos más importantes del Ecuador: el Mariscal Sucre y el José Joaquín de Olmedo, que funcionan bien y son reconocidos a nivel internacional en sus respectivas categorías. El actual alcalde Santiago Guarderas requiere dar atención prioritaria a resolver la administración de esta obra tan costosa, como indispensable.

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