Las ciencias cognitivas definen al “Contagio Social” como la diseminación de comportamientos, emociones, rumores y mentiras. Al igual que las bacterias y los virus estos comportamientos atacan al tejido social causando inmenso daño. En Ecuador, agobiado por el crimen organizado y la delincuencia común desenfrenada, el contagio también se ha trasladado a uno de los más tenebrosos eventos que puede sufrir un ser humano: el secuestro. Según las autoridades policiales el secuestro es más frecuente hoy y se concentran en sectores medios de la población.
Las cifras lo confirman: en los dos y medio meses de 2023, han ocurrido 24 secuestros, lo que es alarmante si se compara con la cifra de 2022, donde en todo el año hubo 40 secuestros. Los secuestrados,en su mayoría, no han sido personas con antecedentes penales o individuos de mucho dinero, como ocurrió en el pasado, sino personas comunes y corrientes, que se encontraban en el lugar equivocado, a la hora equivocada y coincidieron con delincuentes que estaban a la caza de víctimas.
De los 24 secuestros, la UNASE, esa unidad especializada de la Policía, ha resuelto todos los casos, con excepción de dos. Creada en 1994 durante el gobierno de Sixto Durán-Ballén tuvo desde su fundación como objetivo de prevenir el delito y salvaguardar la integridad física de quien se encuentra secuestrado y rescatarlo. Trabaja en conjunto con el GIR, que es el grupo policial que realiza el rescate, mientras la UNASE hace la investigación. La UNASE se fundó cinco años después que la UNASE colombiana y tuvo asesoría de dicha institución para la preparación y especialización de sus agentes. La estricta selección de dichos agentes, su constante entrenamiento y la no intervención política de los gobiernos en su funcionamiento, ha permitido que mantenga la excelencia que corresponde a un grupo de élite. En medio de la actual crisis de inseguridad que vive el país, la UNASE es una de las pocas instituciones en las cuales los ciudadanos mantienen su fe.
