Editorial

Columna de opinión | Educar

El país no resiste más dispersión. Es hora de concentrar esfuerzos en lo esencial.

UN GOBIERNO fracasa cuando dedica su energía a administrar la crisis y no a superarla. Ese es el desafío del presidente Daniel Noboa tras los resultados de su consulta popular. Si pretende recuperar liderazgo y credibilidad, debe dejar de lado las discusiones menores: peleas partidistas, cálculos electorales, distribución de cargos, subsidios y aumentos salariales que solo alimentan el cortoplacismo. El país no resiste más dispersión. Es hora de concentrar esfuerzos en lo esencial.

Y lo esencial apunta a tres factores que sostienen la estructura misma del Estado: seguridad, justicia y educación.

La violencia no se explica por falta de operativos, sino por la pérdida del control territorial y judicial. El crimen organizado creció porque el Estado dejó vacíos que otros ocuparon. La economía, por su parte, no despega como debería porque no existe confianza en reglas estables ni en la capacidad gubernamental para facilitar y regular, en lugar de entorpecer. Sin seguridad jurídica y física, ninguna inversión es posible.

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Pero el verdadero cimiento que sostiene todo el andamiaje es la educación.

Si hoy padecemos funcionarios públicos ineptos y, al mismo tiempo, ciudadanos que toleran abusos o se dejan seducir por vendedores de humo, es porque nuestro sistema educativo ha sido incapaz de incubar valores de respeto, disciplina, honestidad y generosidad. No formó ciudadanos críticos, sino dependientes.

La educación ha determinado nuestro estancamiento: generó un capital humano que no produce productividad ni innovación, y una sociedad vulnerable a discursos simplistas. Mientras el mundo vive una revolución tecnológica que redefine empleo, producción y conocimiento, Ecuador la observa desde lejos con un sistema educativo que no ha superado las normas del siglo XIX.

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Por eso, la prioridad no puede ser cosmética. Se requiere una reingeniería total del sistema educativo, desde la primera infancia hasta la formación técnica y universitaria. Este es un punto esencial para el gobierno y para la sociedad. Como sostenía el premio Nobel Amartya Sen:

“El desarrollo es libertad, y la educación su condición.”

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