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Negación

viernes, 14 octubre 2022 - 07:47
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    El síndrome de la negación según los psicólogos es un mecanismo de defensa para protegernos de experimentar ansiedad, estrés o emociones dolorosas. Hasta hace poco, los ecuatorianos lo hemos sufrido con respecto al narcotráfico.

    Por décadas habíamos pensado que los narcos estaban en Colombia y en Perú y que nosotros tan solo éramos un país de paso por lo cual seríamos casi inmunes a su escalofriante crimen. Creíamos, por ejemplo, que el cobro de “vacunas” para permitir que funcionen los negocios ocurría únicamente en los poblados fronterizos de Carchi, Sucumbíos y algunos caseríos orientales.

    Pretendimos ilusionarnos en que dineros sucios no ingresarían a la política y que no veríamos las escenas aterrorizantes de cadáveres colgados en los puentes como en México.

    En años recientes, la violencia generalizada en las cárceles ha saltado a las ciudades y se ha convertido en una bofetada a nuestra ingenuidad. Las vacunas no solo cobran en el Carchi, sino también en varias provincias del país. En Guayaquil hay denuncias que se exigen en escuelas, a contratistas municipales, a pequeños negocios en barrios residenciales como Urdesa y Los Ceibos. Igualmente, en otros cantones de la provincia, como Santa Lucía, donde según su alcalde Edson Alvarado hasta el humilde vendedor de salchipapas debe abonar un dólar diario por “protección”. Sin lugar a duda, el narcotráfico es hoy el mayor problema del país.

    Ecuador ya no solo es un territorio de paso para los narcotraficantes, sino que se ha transformado en un “hub” o centro logístico desde el cual se despachan toneladas de droga a Europa y Estados Unidos. Aquí operan carteles mexicanos, colombianos y europeos. Es una amenaza tan ominosa que puede destruirnos como Estado y sociedad.

    Por lo tanto, para salvarnos hay que luchar como sociedad. La defensa no puede ser responsabilidad únicamente del gobierno, sino también le compete a las otras funciones del Estado, pues en todas es evidente la huella de los criminales, ya sea porque han cooptado a políticos, fiscales y jueces o también porque los han amedrentado.

    El mal siempre triunfa cuando los buenos no hacen nada. Entre los buenos están la mayoría de los ciudadanos que necesita exigir a todos los poderes del Estado el trabajo mancomunado, pero sobre todo trabajar para impedir el regreso al pasado creyendo que quienes nos van a arrojar la boya de salvación son los que nos condujeron a este callejón oscuro.

    Ser indiferentes, nos conducirá a lo que vaticinó el pastor luterano alemán Martin Niemöller durante el nazismo: “Primero vinieron por los socialistas, / y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, / y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, / y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, / y no quedó nadie para hablar por mí”.

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