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Patricia Estupiñan

Cinismo

jueves, 25 abril 2024 - 07:29
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    La Real Academia Española define al cinismo como: “la desvergüenza en mentir o en la defensa y práctica de doctrinas vituperables”. El malhadado incidente del ingreso a la embajada de México por parte del gobierno ecuatoriano revela el cinismo de algunos de los presidentes latinoamericanos. Tres ejemplos: Desde 1930, México ha regido sus relaciones internacionales por la doctrina Estrada, nombrada así en honor a Genaro Estrada, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores. La doctrina que es estudiada en los cursos de Derecho Internacional sostiene: “México no debe juzgar, ni para bien ni para mal, los gobiernos ni los cambios en el gobierno de otras naciones porque esto implicaría una intromisión en su soberanía”. Por esta razón, ni siquiera los embajadores a ese país le presentan cartas credenciales, como lo exigen todos los estados. En 2024, Andrés Manuel López Obrador acabó con los principios de esta doctrina centenaria, al inmiscuirse en los resultados de las elecciones ecuatorianas de 2023 argumentando que, de no mediar el crimen de Fernando Villavicencio, hubiera ganado Luisa González. Sus palabras no solo fueron una intromisión grosera, sino que fueron insensibles al sacrificio del político fallecido, un quijote en la lucha contra la corrupción. Igualmente, afectaron al indiscutido triunfo del actual presidente Daniel Noboa, quien ganó con un amplio margen a la candidata Luisa González. López agravó la situación al conceder asilo a Jorge Glas, quien está sentenciado por delitos comunes, evidenciados no solo en cortes ecuatorianas sino internacionales.

    En Florida, se juzga a Carlos Pólit, excontralor “20/20” durante el régimen de Rafael Correa. Allí varios testigos han sostenido que entregaron dineros sucios a Pólit, Glas, Pamela Martínez y otros altos funcionarios para las campañas políticas, argumentos con lo cual se sustenta el caso Sobornos donde se ha sentenciado al expresidente Correa.

    En la reunión de la Celac, entre los mandatarios que exigieron las más severas sanciones para Ecuador por su irrupción en la embajada de México una de las voces fue la de Miguel Díaz-Canel de Cuba y otras las de Nicolás Maduro y Daniel Ortega, quienes inclusive anunciaron cierre de las oficinas diplomáticas, que están cerradas ante el impasse con México. Durante la crisis de los “Marielitos”, una apertura masiva para que los cubanos insatisfechos con el régimen de Fidel Castro abandonen la isla, Cuba violentó la embajada de Ecuador. Varias personas ingresaron a la sede diplomática y tomaron como rehenes a los diplomáticos nacionales, pidiendo emigrar. Luego de negociaciones entre los ecuatorianos y los que buscaban asilo, estos entregaron las armas. Al salir los ecuatorianos a su vez dieron las armas a los militares cubanos, pero estos gasearon la embajada, entraron y tomaron presos a los cubanos, sin que los ecuatorianos lo hubieran acordado. No fue la primera incursión de un gobierno cubano en la sede ecuatoriana. En 1956 en otro régimen, varias personas que buscaban asilo fueron acribilladas.

    Por otra parte, Nicolás Maduro y Daniel Ortega son contumaces violadores de derechos humanos, según le consta al mundo. Un informe de la comisionada de Naciones Unidas Michelle Bachelet, expresidenta socialista de Chile, sostiene que la tortura y las ejecuciones extrajudiciales son comunes en Venezuela. En cuanto a Ortega, ha cometido más crímenes que la dictadura cruel de la familia Somoza, que él ayudó a derrocar. Por lo tanto, ni Maduro ni Ortega son las personas con autoridad para ofrecer lecciones de moral pública.

    Se une a este grupo, el expresidente Rafael Correa que con sus actuaciones recientes demuestra que su brújula no es el Ecuador sino sus intereses personales. Públicamente ha pedido los castigos más graves para el país. Históricamente, no se recuerda a un mandatario que haya operado así. Solo lo supera Gabriel García Moreno cuando escribió a Francia que adscriba al Ecuador a su país como un protectorado. Todos estos líderes además de su cinismo parecen compartir ese célebre dicho mexicano: “Para mis amigos todo, para los demás la Ley”.

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