Gabriel Rovayo

El negocio del siglo

El gigante alemán farmacéutico Bayer quiere comprar Monsanto. ¿El objetivo? Nadie lo sabe a ciencia cierta. El resultado de la transacción aún es incierto.

Negocios son negocios, business are business. Esa frase parece justificar cualquier trato, transacción o alianza estratégica, por más polémica que nos parezca. Y polémica es, precisamente, la que se ha levantado ante la intención oficial de la compañía alemana Bayer de comprar el gigante emporio de los transgénicos: Monsanto.

Y la polémica no solo se basa en la cifra de la que se habla al respecto: 62 mil millones de dólares (120 dólares por acción), lo cual daría lugar a una empresa de dimensiones gigantescas. Sino por la intención que hay detrás de lo que se han dado por llamar el negocio del siglo. Bayer ha declarado, por medio de sus voceros, que quiere dar un salto más allá de la farmacia y los herbicidas, y controlar también las semillas.

¿Pero, cuál será el resultado de este matrimonio de conveniencia? Nada más y nada menos que una cotización aproximada en la Bolsa de Valores de 98 mil millones de dólares. De allí el interés de Bayer, no solo colaborar con la provisión de alimentos al planeta. Sin embargo, ni siquiera para este gigante farmacéutico le va a resultar fácil llegar a un acuerdo con Monsanto, pues tiene varios retos en el horizonte. El primero de ellos, lograr convencer a Monsanto de ceder sus acciones por más fortuna que Bayer le ofrezca.

Y la explicación para esta dificultad, la tienen los expertos al señalar que Bayer sobrepagaría lo que realmente vale Monsanto: un 37 por ciento por encima de la cotización de Monsanto. Lo cual obligaría a Bayer a emitir deuda o conseguir créditos bancarios. La pregunta es: ¿Qué tan importante es obtener Monsanto, como para buscar un “problema” de esa magnitud?

Como se trata de un asunto billonario, no es suficiente con que las dos partes estén de acuerdo. A partir de ahora, si Monsanto acepta la proposición de Bayer, el resto del trámite estará en manos de las autoridades competentes en Bruselas. Las mismas que se encargarán de analizar si en esto existen trabas o aspectos irregulares.

Los escollos podrían venir de la posición respecto al manejo de transgénicos en Europa. Como compañías están vinculadas a asociaciones y grupos que hacen presión en nombre de la industria biotecnológica, agrícola y química. La alianza pone en entredicho la imagen de Bayer. Sobre todo en su país de origen, donde hay una gran resistencia ante los llamados OGM (organismos genéticamente modificados), ante el glifosato (principal componente del famoso pesticida patentado por Monsanto, Roundup), entre otras cosas.

Pero, según lo que declaró el presidente de Bayer, Werner Baumann, la operación permitirá “crear una empresa líder en el sector de la agricultura, con capacidades excepcionales de innovación, en beneficio de los agricultores, de nuestro personal y de las comunidades donde estamos presentes”. Además aseguró que Bayer está en capacidad de manejar la reputación de Monsanto. Baumann está convencido de que la muy buena reputación de Bayer será el mejor antídoto contra el riesgo de asumir el manejo de una empresa tan polémica. “Lo haremos con responsabilidad, transparencia y franqueza”. Business are business, no cabe duda…

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