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Somos el país que se creyó el relato de la isla de paz que nunca fue y que ahora navega a la deriva

jueves, 10 agosto 2023 - 19:25
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A una semana de las elecciones presidenciales anticipadas, en el Ecuador absolutamente TODO puede acontecer. Nos convencimos durante mucho de una realidad que nunca fue, quisimos creer que la violencia y el narcotráfico eran externos y problema de nuestros vecinos, que por ser pequeños “y un país solo de paso” la droga no iba a permear y destruir a nuestra sociedad.

Hoy este mal chiste se cuenta solo, nuestra tolerancia colectiva al caos alcanzó una nueva dimensión, muchos no lo queríamos reconocer y por eso la gran mayoría de ecuatorianos empezamos a convivir con el hecho de tener que sobrevivir con una nueva realidad, el entender que ya no solo éramos un país pobre, sino que además uno profundamente inseguro y de futuro incierto, no solo y en gran medida gracias a la falta de entendimiento y de liderazgo que demostró nuestra clase política, que sabemos jamás estuvo a la altura de la historia, sino y porque literalmente ahora tenemos que reconocer que el narcotráfico sin más nos explotó en la cara.

El asesinato del periodista, ex asambleísta y candidato a la Presidencia Fernando Villavicencio, abre un oscuro nuevo capítulo en nuestra historia país y esta semana previa a las elecciones anticipadas será absolutamente decisiva.

Las teorías conspirativas sobran, desde el tener que preparamos para un nuevo régimen militar porque no existen las condiciones para una elección democrática, a quienes se convencen que los que llegarán a la presidencia son precisamente los socios de los carteles del narcotráfico.

Ni en Macondo se atreven a descartar ya ninguna de estas teorías, más cuando tenemos que lamentar y reconocer nuestro actual desgobierno y absoluta falta de liderazgo. Puedo por consiguiente solo concluir esta columna de opinión, aferrándome a seguir teniendo aún la capacidad de contar con la libertad de expresión para hacerlo, reconociéndoles ya mi temor a tener que opinar del narco a sabiendas que son ellos y no nuestras fuerzas de seguridad y del orden de un estado ausente, desquebrajado y venido a menos quienes verdaderamente lo controlan.

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