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Iza y la CONAIE de vacas flacas

lunes, 12 julio 2021 - 17:36
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    Quienes celebraron su triunfo en las elecciones de la Conaie sostienen que la ‘gesta’ de octubre de 2019 marcará su destino los próximos tres años. Es decir, la amenaza permanente de la movilización, el bloqueo y la intransigencia.

    Nada nuevo sale de las primeras líneas discursivas de Leonidas Iza, tras su posesión. Lamentable, pues para quienes aseguran que gobernar esta organización es casi como ejercer la segunda magistratura del Estado, lo menos que se podía esperar es a un dirigente más aterrizado y consciente de la porción de poder que tiene en sus manos.

    La lectura triunfalista de quienes (activistas, periodistas, sociólogos, es- trategas...) depositan en la organización indígena el alma de la política justa, auténtica y reivindicativa, esta vez, podría ser equivocada. Hace tres meses, en la segunda vuelta, el país se volcó por quien le habló de consenso y unidad.

    Guillermo Lasso, a diferencia de Andrés Arauz y Yaku Pérez, fue el candidato que más criticó la violencia del paro de 2019. Y quienes pronosticaron que su estrecho paso a la segunda vuelta y no el del candidato de Pachakutik, le significaría el inmediato castigo electoral, debieron recoger sus palabras. Lasso ganó a Arauz en las zonas indígenas y esquivó al creciente voto nulo.

    La lección del pueblo, sobre todo la del mestizo, del empobrecido, del joven y de quienes priorizan nuevos derechos y relatos, inclinándose primero por Yaku o por Xavier Hervas, como necesidad de cambio, fue histórica. Lasso procesó esas demandas y hoy gobierna el Ecuador.

    ¿Qué aprendizaje sacó Leonidas Iza? La pregunta es pertinente a la hora de discutir sobre los retos que tiene el país por delante y cuya ruta se validó en las urnas el 11 de abril. La producción, el rol de la economía y la generación de empleo como la principal obligación del sector privado. Impulsar un aparato estatal solidario bajo una contabilidad seria que blinde la dolarización. El esfuerzo por respetar la independencia de poderes, la alternancia como garantía democrática y que los conflictos se resuelvan bajo el imperio constitucional y el diálogo entre los políticos. Es todo un libreto que ni Pachakutik pudo esquivar y por eso Guadalupe Llori, y no Henry Kronfle, preside la Asamblea.

    Es verdad que Iza necesita el radicalismo para conducir a una organización que funciona bien como ‘veto player’, impulsando por la fuerza y con gran dosis de populismo, las tesis políticas y económicas más asfixiantes para la estabilidad de cualquier gobierno, como mantener, sí o sí, el subsidio a los combustibles sin que exista el interés por ensayar otras fórmulas pragmáticas que, claro, no le serán rentables para su visión y liderazgo.

    El problema son los tiempos. La historia dice que los altos picos de la Conaie se dan cada cierto tiempo (1990-1995; 2000-2003; 2007- 2009; 2014-2015; 2019-2021) y que luego viene un período de calma, pues el país llega a saturarse de su complejo repertorio.

    El movimiento indígena gobierna desde la Asamblea y su desgaste será inevitable, por lo que a Iza, seguramente, le tocará dirigir la Conaie de las vacas flacas, corriendo el riesgo de volverse intrascendente, a menos que interprete la política y decida reinventarse.

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