Los amagos crecen a medida que aumenta la necesidad de atraer la atención hacia lo que conviene y desviarla de lo que incomoda.
Los amagos crecen en la arena preelectoral a medida que aumenta la necesidad de atraer la atención hacia lo que conviene y desviarla de lo que incomoda. Esto brota de ciertas realidades y apunta a objetivos tangibles. El hecho cierto de mayor trascendencia es la autoexclusión del presidente Rafael Correa de su tercera reelección consecutiva, dentro del contexto de un paquete de enmiendas constitucionales que consagra las reelecciones de por vida. La oportunidad de esta decisión tuvo su momento mágico al desvanecer la oposición que se había tomado las calles y tenía contra las cuerdas al Rambo de la revolución cambia nombres. Ahí se categorizó como primera prioridad de que no importa lo que haga con tal de que se vaya. Craso error.
Su retiro es un señuelo y por eso ha repetido ad nauseam que la meta es la continuidad del proyecto político, como si fuesen algo distinto cuando realmente son lo mismo. De allí entonces que la oposición patina al permitirle que, sin despeinar siquiera al aparato represor, dicte tres leyes de urgencia económica en un semestre elevando impuestos que patean en el suelo a la economía familiar. Tal permisividad, con un derecho a la resistencia en feriado, parte del cálculo electoral de que esas medidas perjudican a Alianza PAIS y más conviene que la ciudadanía sufra para cosechar los votos de rechazo a tanto abuso.
Pero este cálculo primitivo se funda en la errónea creencia de que ese dinero es para que el gobierno saliente siga parando la olla, cubriendo sobregiros y deudas a contratistas, proveedores y gobiernos autónomos. Cuando realmente es para apuntalar al gastador Estado candidato, pues por eso mismo se da el lujo de retirar su candidatura que continúa como la de mayor intención de voto pese a que está oficialmente excluida.
Las pruebas están a la vista con diarias cadenas de radio y televisión que se sirven del terremoto para promocionar a uno de los precandidatos a sucederlo, dejando pegadas en la pared a las prohibiciones del Código de la Democracia. Y cuando la oposición advierte que va a fiscalizarlo entonces empiezan los amagos.
Porque son amagos prever que no va a dar informe de labores a la nueva Asamblea el próximo 24 de Mayo, que va a retirar la transitoria constitucional que excluye su candidatura si amenazan fiscalizarlo, que habrá consulta popular que no permita el período presidencial sabático. O el pacto ético para ser servidor público repatriando inversiones en paraísos fiscales enlistados por resolución del SRI, mientras no se aplicó la destitución para los amigos con pantallas societarias en esos paraísos. Y es un contra amago prometer una comisión contra la impunidad como en Guatemala cuando eso depende de las funciones del Estado en manos de Alianza PAIS, si es que no se convoca a Constituyente.
A veces parece que hay un acuerdo tras bastidores, pero el Estado candidato lo apabulla en campaña por la consulta sobre el nuevo requisito para ser presidente.