Alfredo Pinoargote

Acción

El presidente Lenín Moreno se halla inmerso  en pleno síndrome de mitad de período, con  un entorno de pensamientos cruzados de  brillantes aliados y asesores que más piensan en  cómo ellos encontrarán la mesa servida o se jubilarán de por vida hasta con los nietos… La decisión es  difícil y decisiva, por un lado le dirán que en su despedida debe tomar medidas de estadista que irónicamente no las tomarían por impopulares quienes  las recomiendan o como si actuar como estadista  fuese sinónimo de impopularidad. Por otro lado el  coro de comisionistas que le susurran al oído que  se inmortalice con obras públicas. Entre tanto el  tiempo corre mientras él les aplica el pendejómetro  para no resolver nada.
 
Lo medular en el síndrome de mitad de período  es si el presidente tiene que ir a la reelección, como  rutinariamente lo hacen todos los presidentes de  EEUU, o si se retirará sin reelección, como está  previsto por Lenín Moreno. Ahí está la clave para  decidir cómo se despedirá, por las patas de los caballos o con reconocimiento popular de una histórica  labor cumplida.
 
Al respecto también hay casos y casos, por  ejemplo, Gustavo Noboa con el mérito trascendental de aplicar la dolarización, para alivio de las  clases populares, cuando el golpe de estado que  lo llevó al poder era contra la dolarización. En esa  línea a Lenín Moreno la historia le brinda una  oportunidad singular si se sanciona a los corruptos  y se recupera lo robado, cuando fue candidatizado  para protegerlos, en lugar de ahogarse en el placer  solitario de la denunciología porque si hay perdón  y olvido sería como suicidarse aplastado por sus  propias denuncias. Si me olvidé no ocurrió como  dice la canción. Aunque los sabios de las encuestas  amarradas, para disimular su silencio cómplice y  encubridor, vociferen que al pueblo no le importa la  corrupción sinó el empleo. Esto para los tragabolas  resulta así, obviamente porque si se lo preguntan  de esa manera solo un idiota va a contestar que su  empleo está en segundo lugar.
 
En consecuencia, Lenín Moreno en su encrucijada de mitad de período sin reeleción, está abocado a una acción espectacular contra los corruptos  como tabla de salvación a su popularidad decreciente y en vías de extinción, a pesar de todo lo  que ha hecho contra la dictadura ladrona que lo  precedió y que no hubiera logrado un líder de oposición maniatado por los candados de Alí Babá. Una  acción como la que concretó Rafael Correa cuando  incautó los bienes del banquero Isaías y levantó su  popularidad que caía en picada antes de las elecciones 2009. Lenín Moreno vivió ese momento  de gloria electoral y por eso causa risa pensar que  ahora le sugieran una consulta popular sobre el  vacío que lo conducirá a la derrota como a Sixto lo  postró la segunda consulta popular luego de una  primera exitosa.
 
Acción ejecutiva contra tanto pillo prófugo y  sin sentencia es lo único que lo levantará hacia una  despedida honrosa e histórica. 

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