“En este momento cien mil cerebros se sueñan tan genios como yo, y la historia no marcará, quién sabe, ni a uno sólo, ni quedará más que caca de tanta conquista futura, no, no creo en mí”.
Fernando Pessoa
Pagamos impuestos, somos buenos mapadres, rendimos en nuestros trabajos, recurrimos a la justicia sólo en situaciones extremas, si nos roban no vamos a la policía, ellos tienen cosas más importantes que hacer, y aunque no lo parezca, acumular pertenencias tampoco es lo central de nuestra existencia.
Vamos a misa, y en vacaciones Disney es nuestra segunda opción, primero hay que recorrer nuestra propia nación, el turismo interno nos hará libres, así nos lo enseñó nuestra Madre Patria en su última transición, el fascismo puede crear libre empresa.
Andar en triciclo es más fácil que en bicicleta, por eso la Universidad del Emprendimiento prohibirá todo vehículo que utilizare más de dos ruedas, y su bandera y escudo van a estar presididos por un cóndor calvo y un monociclo, cumbres del ingenio y la modestia.
Vestimos de colores los domingos, de blanco y negro en funerales, bodas y fiestas, y de lunes a viernes nos uniformamos de otras maneras.
Compramos alimentos balanceados, basura y otros muy sanos, cada vez fumamos menos, hacemos yoga en los parques, y abusamos de nuestros hermanos cuando estamos cabreados, nos parece justo, o simplemente no lo pensamos, nunca aparte de eso.
En calles, carreteras, autopistas y caminos vecinales, pero también en el pasillo de una clínica o el supermercado, hablamos siempre con nosotros mismos para decirnos tranquilo, tú puedes, todo va a estar bien, e intentamos rebasar a nuestros vecinos, tanto en las rectas como en las curvas.
Nuestras discusiones son zanjadas por un comité de ética, aún en fase experimental, está por llegar el día en que podamos emitir nuestras ideas por tubos similares a los de un auto banco, directamente a la agencia central del control de la inteligencia.
Oímos la radio, vemos la televisión y compramos periódicos y revistas (lamentablemente, el lenguaje no miente). Y dependiendo de si nuestra conciencia se puso a contar ovejas o a recordar problemas, el día comienza con moderado regocijo o contundente pesadez.
Cada tanto nos acercamos, es nuestra obligación, a un lugar muy caótico e híper vigilado a la vez, repleto de pupitres desvencijados, coronados por urnas de cartón, es la fiesta de la democracia, según la versión que nos cuentan los medios de comunicación. Dice Fernando Pessoa, en La Tabaquería, que “en este momento cien mil cerebros se sueñan tan genios como yo, y la historia no marcará, quién sabe, ni a uno sólo, ni quedará más que caca de tanta conquista futura, no, no creo en mí”.
Agrega el poeta que “el mundo no es del que sueña que va a conquistarlo, sino del que nace para conquistarlo. Y aunque tenga razón, he soñado más de cuanto Napoleón hizo, he estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto filosofías no escritas aún por ningún Kant”.