Actualidad

Solidaridad con cara conocida

lunes, 25 julio 2016 - 04:53
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

El temblor sacudió el piso de todo un país y cada uno procesó eso de manera diferente. A pesar del miedo, la gran mayoría del pueblo ecuatoriano dejó toda esa sensación a un lado para volcarse a compartir lo poco que podía o lo mucho que tenía. Varios sintieron un llamado; su lugar no estaba en el sillón llorando al ver las noticias; su lugar estaba al lado de los que vivían sus peores momentos. Esto sucedió con anónimos y famosos, y este segundo grupo pudo usar su popularidad, su convocatoria y su influencia para algo más que llenar un teatro o levantar el rating de la televisión.

Manabí se pobló de donaciones y voluntarios y entre ellos había algunas caras conocidas. El primero que sintió ese llamado fue Roberto Manrique, que se encontraba en el país desde hacía algunas semanas para promocionar un filme y estaba en Guayaquil el día del terremoto. Esa misma noche quería viajar a la zona afectada sin saber cómo llegar o de qué manera poder ayudar, pero su sensación era que tenía que estar ahí. Al día siguiente, lanzó un tuit pidiendo subirse al carro de quien fuera para Manabí y recibió una respuesta de Karla Morales Rosales (hija del periodista Carlos Victor Morales y abogada y consultora de Derechos Humanos), le dijo: “Te vienes conmigo”. Ella ya estaba juntando donaciones en la urbanización guayaquileña Terranostra para viajar a Manabí, ya que se considera mitad manaba porque su madre es oriunda de Bahía de Caráquez, que fue uno de los primeros destinos a los que el convoy de 28 camiones de donaciones llegó.


 Karla Morales lleva años trabajando
en Derechos Humanos.

La madre de Karla se encontraba en Bahía la noche del 16, su esposo Ezequiel Castro –que es bombero– partió a Manta a rescatar gente. Ella desde la vía a la Costa, el día 17 por la mañana comenzó a recopilar donaciones y a las 2 de la tarde partió el convoy hacia Bahía, San Vicente y Canoa. Fueron los primeros en llegar con ayuda a esas poblaciones y en ese grupo estaba el actor Roberto Manrique. Desde San Vicente decidieron avanzar a Canoa para ver cómo estaba todo, pero fueron con un grupo de exploración. “Llevamos sólo medicina y agua, decidimos minimizar el riesgo. Eso fue un panorama extremadamente desolador; si Bahía fue duro y San Vicente fue triste, Canoa fue terrible. La muerte en Canoa era mucho más evidente”, asegura Manrique.


Roberto Manrique se sumó a la caravana de
Morales y juntos llegaron hasta Canoa.

El lunes por la mañana el grupo estaba de vuelta en Guayaquil, pero por la tarde de ese mismo día el actor decidió volver a Manabí, ya con un carro prestado y cargado de víveres recolectados en la urbanización Terranostra. Se quedó hasta el sábado siguiente. San Vicente, donde se encontraba el esposo de Karla, fue el centro de operaciones para repartir los víveres. “El hecho de ser una cara familiar, yo sentí que los reconfortaba en alguna medida y aproveché eso, lo potencié. El principal momento en que eso fue útil fue cuando tuvimos las réplicas, eso fue muy fuerte, hubo mucho pánico y tuvimos que evacuar porque el mar se recogió un poquito. Siento que mi rol fue el de darle confort a la gente. Ahora ¿cómo me afectó a mí emocionalmente?, fue durísimo y me quebraba a ratos pero nunca con la gente. Hubo momentos en los que tenía que separarme y llorar porque la carga era mucha, y eso que yo no he visto las peores cosas”, confiesa Roberto.

Por su parte, su familia lanzó la iniciativa “Saving Ecuador” que comenzó a trabajar con la organización International Medical Corps (IMC), que basa su plan en proveer ayuda médica, refugio temporal, agua potable y condiciones sanitarias, así como a largo plazo reconstrucción de hogares. “Mi familia se organizó para traer al doctor Fuller , especialista en desastres. Esta gestión ha ido tomando fuerza y en este momento la organización con la que él tiene relación ha enviado una epidemióloga y un especialista en logística para hacer reportes. Lo que destaco de la labor de mi familia es que es un plan a largo plazo”, cuenta.

PRIMEROS IMPULSOS

Mientras llegaban las primeras imágenes del terremoto, Danilo Carrera que se encontraba en México pero armó sus maletas, se puso en contacto con Manrique para unir fuerzas y decidió volver a su tierra natal para aportar su granito. Aterrizó cerca de la medianoche del lunes y del aeropuerto fue directo al Centro de Convenciones a organizar las donaciones, pero desde antes de subir al avión convocó a sus fans y seguidores a que se acerquen a ayudar. Estuvo en el país hasta el 23 de abril, pero eso alcanzó para llegar hasta Manta. Estuvo en Tarqui que fue la zona más afectada de la ciudad, cargó cartones y arengó a famosos y no famosos a que ayuden al país. Inclusive, la embajada ecuatoriana en México lo tomó como imagen del pedido de donaciones.


    Apenas llegó al país, Danilo Carrera fue directo al punto de
acopio en el Centro de Convenciones de Guayaquil.

Gerardo Mejía fue otro de los que tomaron el pasaporte y se vinieron a Ecuador durante la primera semana después del sismo. El cantante reside en Estados Unidos desde hace algunos años pero sintió el llamado de su tierra y recorrió Manta, Portoviejo y Bahía donde recogió testimonios de afectados. Ha usado sus redes sociales para pedir donaciones.

La actriz Priscilla Negrón fue otra de las que tuvo la necesidad de ayudar. Su amigo el fotógrafo Joshua Degel le comentó que en Mansión Mascota estaban reclutando voluntarios y recibiendo donaciones para ayudar a los damnificados por el terremoto. “Siempre he sido una persona involucrada en rescate animal, de manera que sabía que se iba a necesitar apoyo para todos los animales que habían quedado huérfanos, entre los escombros o maltratados. Por eso entré en contacto con la gente con la que siempre he estado trabajando y decidí aunar fuerzas y convoqué amigos y gente interesada en ayudar”, explica Degel.


Priscilla Negrón (centro) hizo dos viajes. Visitó Portoviejo,
Bahía y San Vicente; dialogó con los damnificados. 

Contra toda la insistencia de su familia y allegados que le decían que podía ayudar desde Guayaquil, la actriz se sumó a los que fueron a Bahía el martes 20, aunque antes hicieron escala en Manta. “Llegamos primero al COE de Manta, fue particularmente una experiencia muy fuerte; el calor sofocaba, y la gente esperando para poder recibir comida. Había mucha desinformación sobre la ayuda para los animales y llevar una porción de comida para los perros también, nos impactó un poco”, relata Joshua, pero como todo estaba bastante organizado decidieron seguir hasta Bahía.

“Llegamos alrededor de las 8 de la noche al COE y nos dimos cuenta que estaban full abastecidos, así que no queríamos dejar ahí todas las donaciones. Afuera hablamos con un chico que decía que le hacían falta las donaciones porque tenía un grupo de 40 personas que no habían recibido ayuda”, cuenta Priscilla Negrón. Fue la primera ayuda que recibieron esas personas. “Había un niño que estaba recibiendo diálisis porque tenían un transformador, pero después de escuchar eso no pude dormir en paz hasta que no regresé a Bahía a cerciorarme de que el niño estaba bien y tenía sus medicamentos”, afirma Negrón. “Todas las escenas que hemos visto, hasta donde pudimos llegar han sido desoladoras. Ver ciudades en las que estuvimos antes, que eran turísticas y encontrarlas completamente vacías, desoladas y a oscuras, gente durmiendo en las calles, ver la desesperación y la angustia. Era una mezcla entre el afán de ayudar, la impotencia de no poder hacer más y el miedo de estar en una zona donde se sabe que uno puede estar corriendo peligro. Fue desolador pero también un motor para seguir avanzando”, asegura el fotógrafo Joshua Degel, que hizo otros viajes luego de este.


 Joshua Degel, se sumó a protectores de animales
que fueron con víveres para humanos y mascotas.

El segundo viaje para Priscilla Negrón fue el fin de semana siguiente después del terremoto, un grupo de médicos -en el que se encontraba su esposo el neurocirujano Jimmy Achi-, fue directo al Club Rotario de Portoviejo a llevar las donaciones. “Están súper bien organizados”, dice. De ahí siguió hasta Bahía a comprobar que el albergue y los niños estuvieran bien, así que continuó el viaje hasta San Vicente. Ahí se contactó con el general Vega, quien había realizado un listado de lo que se necesitaba. “Yo recorrí una manzana viendo cómo vivían y hablando con la gente. Una se hace la fuerte, pero ya cuando estás sola lloras, te derrumbas, pero en ese momento te tragas todo y tratas de no ser solo un apoyo alimenticio sino también psicológico”, narra la actriz de “La pareja feliz”.

Ellos son algunos de los que sintieron que además de la tierra, tembló el corazón y se sintieron urgidos a ayudar.

Más leídas
 
Lo más reciente