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La paciente 'cero' no fue la primera contagiada, ya teníamos más de 30 casos en Ecuador; expertos advierten nuevos focos de peligro

Cuando Ecuador se alarmaba por la  “paciente cero”, una mujer de 71 años  oriunda de Babahoyo que llegó de España, en realidad no era la primera contagiada. Ese sábado 29 de febrero, cuando la  exministra de Salud, Catalina Andramuño y su equipo aseguraban que tenían todo  bajo control para implementar un riguroso  cerco epidemiológico, ya teníamos más de  30 casos en el país. La tragedia estaba anunciada, pero aún era invisible.
 
Las autoridades se concentraron en la  provincia de Los Ríos para cercar a los familiares de la paciente cero, mientras en Quito había al menos ocho casos  y en Guayaquil eran más  de 20. Hasta que el presidente Lenín Moreno declaró la emergencia nacional, en esa ciudad la gente  se aglomeraba en los estadios, asistía a fiestas y usaba el transporte público como de costumbre. Era una  bomba de tiempo que estalló a finales de marzo.
 
Estas cifras, que no se pudieron ver en su momento,  aparecieron recién la segunda semana de abril, cuando la  Secretaría de Gestión de Riesgos cambió la metodología en  el conteo. Pasó de fijar la fecha de confirmación de pruebas realizadas a ubicar la fecha de aparecimiento de los  síntomas en los pacientes. Así  se conoció que la curva de infectados ascendió casi 15 días  antes de lo que nos anunciaban en cadenas televisadas.
 
Lo ocurrido en Guayaquil podría replicarse en otras ciudades que, aparentemente, no registran muchos casos y piensan que no es necesaria la cuarentena.  Países como Corea del Sur o Alemania lograron hacer pruebas masivas a sus ciudadanos, más de 100 mil al día, para detectar los focos de infección y aislar el virus.  Ecuador en su mejor día hizo 2.000 pruebas, impotente ante el esparcimiento de  la pandemia. ¿Estamos a tiempo de evitar otra crisis en Guayaquil u otra ciudad?
 
Contar los muertos, no los positivos
Con bombos y platillos el ministro de Telecomunicaciones, Andrés Michelena,  presentó una aplicación para que los ciudadanos visualicen dónde están las mayores concentraciones de infectados. Se trata de un mapa de calor que pinta de rojo  intenso las parroquias con más casos. Según Michelena, los gobiernos cantonales lo usarían para impedir la movilización en estos sitios, con la esperanza de  aislar el virus.
 
Pero nada más alejado de la realidad.  Y por eso hay que contar los muertos, no  los casos positivos. A esta conclusión llegan expertos en matemáticas y ciencia de  datos, algo en lo que los gobiernos están  demostrando incapacidad.
 
“Un ejemplo: hay la misma cifra de  muertos en Azuay y Esmeraldas: siete  personas. Pero en Azuay son 200 casos  confirmados y en Esmeraldas apenas 44.  No soy epidemiólogo, pero claramente algo no cuadra. La mortalidad debería ser  similar en las dos provincias”, dice Andrés  Robalino, experto en matemáticas y ciencias computacionales.
 
Lo mismo ocurre al comparar Manabí  y Pichincha. Tienen igual número de fallecidos: 33, pero Pichincha tiene tres veces más casos positivos, según las cifras  oficiales con corte al 15 de abril. La explicación es sencilla: en Quito y Cuenca se  hicieron más pruebas porque en las ciudades principales está la mayoría de laboratorios públicos y privados.
 
Ante las estadísticas de este silencioso virus, el Municipio de Quito, con apenas  40 decesos, empezó a habilitar crematorios y cementerios, y contemplar una reserva de cientos de ataúdes para las familias más pobres.
 
Pero Manabí y Esmeraldas, que también parecen ser una bomba de tiempo,  son provincias pobres. Sufrieron un terremoto y hasta ahora no cuentan con los  hospitales prometidos. Todavía hay familias que habitan en viviendas maltrechas  que quedaron del sismo, sin servicios básicos. Sus economías informales impiden  respetar la cuarentena.
 
El mapa de calor que presenta Robalino sobre los fallecidos también pone un  foco rojo sobre la provincia de El Oro, con  39 defunciones, la mayoría en Machala,  donde sus habitantes son reacios a la cuarentena. Y en Chimborazo, con 18 muertos por covid-19. Son provincias agrícolas con conexión directa a Guayaquil y eso  nos podría decir algo de cómo se expande este virus.
 
Fernando Sandoya, PhD en modelos  matemáticos, también cree que es mejor  trabajar con estos datos. Diseñó un modelo que pronostica que para el 25 de abril la  cifra de muertos llegará a su pico más alto  en el país. Parece un escenario alentador,  pero no necesariamente es así.
 
Explica que el número de fallecidos por  covid-19 es mucho mayor que el reportado oficialmente, que pueden ser cientos o miles. Entonces, podríamos  tener una semana crítica en  la que haya cientos de muertes diarias, como en España  o Italia antes de que empiece a bajar la curva. Quizá siga  mermando en Guayaquil, pero también puede ser que ya  no contemos las defunciones  por cientos en Guayaquil sino  en otras ciudades de Los Ríos  o El Oro, donde los datos son  preocupantes.
 
Focos visibles e invisibles
La cifra de decesos nos dice algo, aunque  también es insuficiente. Sobre todo en  sectores olvidados por el Estado quizá la  ayuda nunca llegue. En Santa Elena, pobladores de las zonas rurales denunciaron falta de atención a sus comunas porque se contaban más de 60 fallecidos con  síntomas, pero en las estadísticas aparecen solo cinco. Según cifras del Registro  Civil, hasta mediados de abril se registraron más de 300 defunciones en esa provincia, cuando lo normal son 150 al mes.
 
En Guayaquil aún no sabemos el número de fallecidos por parroquia; esto visualizaría en dónde están los mayores  focos de contagio reales. Pese a eso, las cifras oficiales de positivos señalan que Tarqui, una megaparroquia que concentra al  46 por ciento de la población urbana, tiene el 57 por ciento de los casos confirmados, seguida de  Ximena y Febres Cordero.
 
A mediados de abril,  la alcaldesa Cynthia Viteri anunció un plan de asistencia a barrios con más  contagios para, además de  dar alimentos y medicinas,  evaluar a familias con síntomas. Esa información se  enviará al Gobierno, que  debería encargarse de hacer  pruebas masivas en cada barrio y cercar a la población,  como pasó en Wuhan, China.
 
La propuesta no es nueva. A finales  de marzo, la Universidad de Guayaquil  presentó un informe que detallaba que el  número de contagiados y muertes superaba toda capacidad de pronóstico y recomendaba hacer barridos epidemiológicos  por barrios. Pero las autoridades en ese  entonces tenían la cabeza en otra parte.
 
Ahora que retoman las recomendaciones, el urbanista Héctor Hugo, uno de los  autores del informe, dice que se necesita la  coordinación del Municipio y el gobierno  central, porque si cada uno opera por su  lado, nunca vamos a superar la pandemia.
 
Los resultados de estas intervenciones  se verán en las próximas semanas, pero sin  pruebas masivas PCR las autoridades siguen dando palos de ciego. En Quito, el alcalde Jorge Yunda también inició estudios  piloto en los barrios con más contagios,  aunque no precisó cuáles. Las cifras oficiales sitúan a Iñaquito, El Condado, Calderón  y Conocoto como los más afectados.
 
Pero esos son focos infecciosos que  podemos ver por la cantidad de pruebas que se han hecho. Hay otros sectores aún invisibles. ¿Por qué no podemos ver la  emergencia a tiempo?
 
“El crecimiento exponencial es traicionero y cuando se alcanza a comprenderlo es demasiado tarde. Eso es lo que pasa con  el covid-19”, explica Carlos Bort, científico de datos ecuatoriano, que vive en España. Allá aplicó un modelo algorítmico  para entender la dimensión de la crisis.  Estimó que, a mediados de marzo, cuando se tenían 4.000 casos confirmados, en  realidad la verdadera cifra de contagiados  era de casi medio millón. España vivió esa  pesadilla a finales de ese mes.
 
Es imposible determinar el avance real  de la pandemia porque no se puede aplicar pruebas a toda la población. Bort dice  que no es médico, pero explica que los datos y modelos matemáticos permiten entender lo que no vemos en tiempo real.  Si las autoridades ven los datos a tiempo para aplicar medidas y los ciudadanos  respetan la cuarentena, podremos evitar  otra crisis como la que vive Guayaquil. 
 

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