Roberto Aguilar tiene 30 años y se casó hace tres. Junto a su esposa decidieron comprar un terreno y construir una casa. Eligieron el sitio (en una ciudadela vía a Samborondón), solicitaron un crédito en el Banco del Pacífico, pero al final solo lo hicieron para adquirir el espacio donde algún día esperan construir.
“La situación del país es complicada; mi negocio (venta de ropa al por mayor y menor) redujo casi 50% en ingresos y no quiero endeudarme”.
Aguilar, quien es graduado en la Universidad Católica de Guayaquil, reconoce que las entidades financieras sí los llaman para ofrecerles créditos, pero prefieren no aceptar, ni siquiera para el negocio.
“En estos momentos no siento confianza en lo que pueda suceder en el país; mejor espero un tiempo y luego decido si me interesa acceder a un préstamo”. De acuerdo con un reporte del Banco Central del Ecuador, en referencia al tercer trimestre del año anterior, al igual que en los cinco trimestres antes de este, los bancos privados (incluye mutualistas y sociedades financieras) experimentaron un debilitamiento de la demanda de crédito (clientes que solicitan préstamos) en todos los segmentos: Microcrédito, Consumo, Productivo y Vivienda. Este último registró 38 % menos de solicitudes.
El mismo reporte señala que en ese período, los bancos fueron menos restrictivos en la oferta crediticia.
A pesar de este panorama, Diego Martínez, exgerente del BCE y actual ministro coordinador de la Política Económica, en diciembre pasado justificó una resolución, que impacta a los siete bancos más grandes del país en montos de activos, como medida para dejar detener dinero ocioso y usarlo para ofrecer créditos.
A través de la resolución 302, en el Artículo 2, la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera del Ecuador estableció incorporar en la parte que trata sobre ‘Porcentaje y requerimiento de encaje’, que “el encaje bancario de las entidades financieras cuyos activos superen los $ 1.000 millones sea del 5%”.
El encaje bancario es un porcentaje de los recursos que las entidades financieras reciben de sus clientes y que deben mantener como una reserva. Y ese dinero, “con el fin de disminuir el riesgo de los depósitos del público en el sistema financiero, (...) debe depositarse en el BCE”, detalla esta entidad en su página web. Antes, el encaje era del dos por ciento, “calculado sobre el promedio semanal de los saldos diarios de los depósitos y captaciones de cada entidad...”.
Esto provocó que voceros gremiales como Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), señalen la resolución como una decisión más política que técnica. “No hay afectación a los recursos de los ciudadanos. (...)
Sí puede pasar que en una época de reactivación productiva, los bancos no tengan suficiente dinero para prestar”, indicó el directivo en una anterior entrevista a este medio.
Una de las entidades apremiada con esta medida es Produbanco, quien a través de su vicepresidente de Finanzas, Esteban Vásconez, indicó que es una decisión que discrimina a las entidades por su tamaño. “Lejos de reactivar la economía, una decisión como esta restringe la con- cesión de crédito que se ha promovido en el sistema bancario”.
Similar percepción tiene Alberto Acosta, analista económico del Grupo Spurrier. “Es un sinsentido argumentar que un encaje más elevado incrementará el crédito, ya que retira liquidez que antes era de libre disponibilidad de los bancos”.
La motivación, para él, es la estrechez fiscal, que ha llevado al Gobierno a usar la reserva internacional para financiar gasto público. Porque, explica, la reducida expansión crediticia es consistente con un escenario de baja demanda de crédito (...). “Debido a la contracción económica y a la caída de ventas, los agentes económicos son más cautos al momento de solicitar un crédito”.
Por ende, explica, el deseo del Gobierno de incremen- tar el crédito no influye en la decisión de los ciudadanos de endeudarse.
“Lo que realmente importa es la expectativa de ingresos a futuro”. En ese rubro, mientras el Banco Central del Ecuador prevé para 2017 un crecimiento del PIB del 1,4 por ciento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica una caída del 2,7%.
A la espera
Creer que la banca no quiere prestar, para Gonzalo Rueda, gerente general de la firma de inteligencia de mercado MarketWatch, es ilógico. “Ellos son los más interesados en incrementar el volumen de crédito porque generan sus ingresos justamente de esa colocación”, señala.
Rueda explica que en el contraído panorama del sector crediticio, distinto a lo que sucedía en años anteriores, influye la demanda de crédito; y en ese sentido, al menos en el sector empresarial, todo pasa por ser cauto. “Cuando en las firmas empezaron a planificar 2016, lo hicieron pensando en no endeudarse; o si eso se requería, se realizaría con flujo propio del negocio”, comenta.
Agrega que, además, la contracción en los ingresos generó dificultades para cubrir las deudas ya adquiridas por las empresas. Prueba de aquello, dice, es que en algún momento el nivel de morosidad pasó de 0,7 al 1,7%.
Sin embargo, la llegada del aumento del encaje llegó en una época de recuperación del sistema financiero. Por ejemplo, Rueda explica que a noviembre pasado, el saldo de cartera del sistema financiero superó los $ 21.500 millones (todo lo prestado, entre bancos, mutualistas y financieras), es decir, un crecimiento positivo versus todo el período de 2015 ($ 20.570 millones).
Ese desempeño positivo se observa, por ende, en los depósitos de los bancos privados.
De acuerdo con información de la Asobanca, en 2016 se cerró con $ 26.700 millones en ese rubro; esto significó un crecimiento anual del 18%.
Esteban Vásconez, vicepresidente de Finanzas de Produbanco, no quiere ser alarmista, e incluso asegura que la entidad trabajará activamente para incrementar el nivel de depósitos y para fomentar la colocación de crédito, pero sí cree que es un año complejo. “La colocación de crédito depende directamente del nivel de liquidez de la economía, además nos encontramos frente a un año electoral en donde tradicionalmente existe cierto nivel de incertidumbre”.
Julio José Prado (Asobanca), explica que durante el segundo semestre del año anterior, la banca privada hizo un esfuerzo importante por reactivar el crédito con estrategias como, por ejemplo, atraer y buscar más activamente a los clientes, encontrar nuevos segmentos de crédito, e incluso algunas entidades bajaron sus tasas activas. “Con esto se cumplió casi totalmente la meta de $ 10.000 millones en desembolsos que nos planteamos en ese período”.
Sin embargo, reconoce que lograr esa meta no fue fácil, ya que las empresas y las personas estuvieron muy reacias a tomar nuevas deudas o renovar las líneas que ya tenían. Por eso cree que el ritmo de crecimiento del crédito será todavía lento en el primer trimestre de este año, en especial porque todavía no ven una reactivación productiva y de la confianza suficiente como para ver un cambio de tendencia sostenido.
“Una vez que se haya aclarado el panorama electoral, y dependiendo de cuáles sean las expectativas iniciales en materia económica del nuevo Gobierno, esperaríamos una recuperación (...), pero el escenario es todavía demasiado incierto como para hacer proyecciones puntuales”.
Para reactivar el crédito de forma adecuada y sostenible, finaliza Prado, es necesario dar un entorno de certidumbre y estabilidad. “No solo se trata de poner más liquidez en el mercado, sino que esta sea absorbida”.