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Las réplicas psicológicas

lunes, 9 mayo 2016 - 12:20
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Simultáneamente a la atención médica que se ofrece a los afectados es imprescindible tomar medidas para velar por su salud mental, para evitar casos de estrés postraumático crónico.

Consultamos con el psiquiatra Ricardo Morla sobre las secuelas mentales que pueden quedar en la población afectada directamente por el terremoto y cómo tratar de reducirlas desde todas las instancias.

¿Qué se puede esperar de las secuelas psicológicas que dejará el terremoto?
Creo que la gran población del Ecuador tiene que haber sufrido lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático. Que unos lo sufran ahora y otros después depende de una serie de factores como si el evento tuvo una relación íntima con ellos, si involucró una muerte, destrucción o pérdida de la vivienda, si fue víctima de robos o saqueos. El pronóstico de cada persona va a ser mejor o peor de acuerdo a las respuestas a estas preguntas.

Si el evento tuvo sólo una relación momentánea, por ejemplo los que se quedaron sin luz y otros servicios básicos por algunas horas y luego los fueron recuperando, esas personas se van a curar más rápido. Sin embargo, aquí tendremos que considerar también que las personas con susceptibilidad a la ansiedad van a aumentar considerablemente la intensidad de su estado.

¿No estamos hablando de patologías sino de personas con naturaleza ansiosa?
Sí, esas personas van a presentar reacciones mucho más evidentes como la tendencia a correr ante cualquier ruido o movimiento, a negarse a dormir dentro de su vivienda por temor a otro sismo, vivirán todas las situaciones cotidianas en un estado de alerta extrema.


 Los sobrevivientes de terremotos tienden a rechazar entrar en
edificaciones cerradas, temen estar bajo estructuras de
cemento, las carpas les ofrecen alivio. Foto Segundo Espín

¿Y las personas con tendencia a la depresión pueden desarrollar una crisis?
Por supuesto, porque el nivel de estrés al que llevan estas situaciones eleva el nivel de adrenalina y cortisol. Este aumento produce un deterioro en el sistema nervioso central que genera depresión en las personas que tienen tendencia a ella.

¿Son casos de estrés postraumático?
El trastorno de estrés postraumático tiene dos instancias. Una que se conoce como aguda, la que ocurre inmediatamente y se presenta entre el 25 al 45 por ciento de la población que vive el evento. El trastorno de estrés postraumático crónico se presenta a partir de los seis meses al año de ocurrido el evento. Por eso es que las consecuencias psiquiátricas o mentales de lo ocurrido las vamos a ver entonces. Aparecerán casos de esta enfermedad en forma de suicidios, irritabilidad, alteraciones tremendas de la personalidad o actos de violencia, en quienes se convirtieron en víctimas de un trastorno de estrés postraumático crónico que los va a acompañar el resto de sus vidas, porque no se los trató a tiempo. Después de la tragedia del nevado Ruiz en  Colombia, los casos de suicidio empezaron a presentarse un año después del evento.

Repito, las reacciones agudas son las que ya estamos viendo, personas que ahora mismo están inquietas, llorando. Esto, lo inmediato, es fácil de resolver hablando con la persona, apoyándola. Lo más temible es lo que va a pasar en seis meses a un año con las personas que ahora no están expresando nada pero que están desarrollando estrés postraumático crónico, que en el momento en que reviente va a ser terrible. El daño mental que causó el 16 de abril de 2016 lo vamos a ver a partir del 16 de octubre de 2016. Y la magnitud de esa afectación podría reducirse con la intervención de grupos de apoyo.

¿Qué podemos hacer como sociedad para contribuir a disminuir los números de casos?
Esta es una forma: ofrecer información para que se pueda prevenir, para que se tomen medidas. Es necesario que se conozca lo que pueden causar los eventos catastróficos, estas páginas pueden ayudar a paliar un poco la crisis que puede ocurrir. No solamente es un tema de autoridades, es cuestión de toda la sociedad que apoye a los afectados, que les permita hablar de lo que les ocurrió, de darles derecho a expresarse, a decir cuánto han sufrido y, a medida que pasa el tiempo, cómo van saliendo adelante.


 Ricardo Morla, médico psiquiatra, plantea
recomendaciones concretas para cuidar la salud
mental de los afectados por el terremoto.

Muchas veces se cree que lo mejor es “distraer” a las personas del tema de la tragedia para que lo “olviden” y evitar hablar de lo que ocurrió…
No es lo conveniente. Lo que debe haber son grupos de apoyo o de terapia para los sobrevivientes y afectados por el terremoto. No necesariamente tienen que ser tratados directamente por psiquiatras o psicólogos, pueden manejarlos orientadores y personas entrenadas para dirigir estos grupos en los que las personas que asistan puedan expresar todo su dolor, todo el miedo que sienten. Eso va a lograr que la persona pueda reconstruirse.

Como dice el psicoanálisis: repetir, repetir para no olvidar. Así lo que vas relatando se te va haciendo familiar, algo tangible, real y va perdiendo su poder fantasmagórico, inmenso, que la imaginación lo crea como invencible y que puede agredirte nuevamente.

Hay que ser conscientes del dolor de estas personas y acompañarlos. Ofrecerles un abrazo, una sonrisa, un toque de hombros, hacerlos sentir que siguen siendo importantes aunque hayan perdido a su familia, su vivienda, su finca.

¿Cuál sería la medida más urgente para tomar en beneficio de la salud mental de los afectados directamente por el terremoto?
Traer rápidamente un experto en manejo de este tipo de eventos catastróficos de Colombia, Chile o México, alguien que realice una gran asamblea de capacitación a psicólogos, trabajadores sociales, orientadores y terapeutas, que los prepare y luego vayan a trabajar directamente con la gente en grupos de apoyo. Eso sería ideal.

Así como están las brigadas de cirujanos y traumatólogos, deben estar las brigadas de ayuda psicológica acompañando a las personas afectadas mientras expresan todo su dolor.

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