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La impactante historia del piloto que fue succionado por la ventana y sobrevivió

 

En 1990, un grupo de pilotos y asistentes de un vuelo comercial de la aerolínea British Airways, vivieron un impactante momento de película cuando el capitán Tim Lancaster fue parcialmente expulsado fuera del avión, mientras viajaban desde Brimingham, en Inglaterra, a Málaga, en España.

La experiencia de hace más de tres décadas sucedió en un día que parecía rutinario, en el vuelo comercial BA 5390, que transportaba a 81 pasajeros y 6 tripulantes. Cuando llevaban 30 minutos de viaje, empezó la pesadilla: dos de las seis ventanas de la cabina de pilotaje se rompieron, provocando que el capitán Lancaster sea succionado por las mismas.

La fuerza también hizo volar la puerta de la cabina, la cual casi derriba a un ayudante, Nigel Ogden. Afortunadamente el hombre pudo correr, saltar sobre la columna de control y agarrar las piernas de Lancaster cuando sucedió el accidente, evitando así que este saliera expulsado completamente por la ventana y que caiga en picada a más de 7 mil metros de altura.

De acuerdo con el Sydney Morning herald, Ogden dijo que cuando se dio la vuelta, el parabrisas delantero había desaparecido completamente y el piloto se estaba saliendo por este. “Lo habían sacado del cinturón de seguridad y todo lo que podía ver eran sus piernas”, indicó.

La camisa de Lancaster estaba desgarrada por la espalda y su cuerpo doblado hacia arriba alrededor de la parte superior del avión, de acuerdo con el testimonio del ayudante.

“Sus piernas estaban atascadas hacia adelante, desconectando el piloto automático, y la puerta de vuelo descansaba sobre los controles, enviando el avión a una velocidad de casi 650 kmh a través de algunos de los cielos más congestionados del mundo”, explicó.

No obstante, Ogden poco a poco empezó a deslizarse también por la abertura, pero otro miembro de la tripulación, John Heward, lo agarró del cinturón. Un tercer asistente entró a la cabina y rápidamente se amarró a la silla del piloto y ayudó a sujetar la cadena de personas.

Lancaster estuvo expuesto a los elementos climáticos (a una temperatura de -17 grados centígrados) y a las fuerzas generadas alrededor del avión, mientras que el copiloto, Alastair Archinson, tomó el control de la nave y pidió auxilio por la radio: “¡Mayday! ¡May Day!”, gritó. Pese a ello, por el aire que entraba a la cabina, no podía escuchar lo que los controladores en tierra le decían y ya que el radar había salido volando por la ventana, también corrían el riesgo de chocarse con otro avión.

Mientras tanto, Ogden pensaba que iba a perder su agarre sobre Lancaster, pero el capitán terminó doblado en forma de U alrededor de las ventanas.

“Su cara golpeaba contra la ventana con sangre saliendo de su nariz y un lado de su cabeza, sus brazos se agitaban y parecían tener unos 3 metros de largo. Lo más aterrador es que sus ojos estaban muy abiertos. Nunca olvidaré esa vista mientras yo viva”, expresó.

Finalmente, Atchinson pudo controlar la nave y aterrizó en el aeropuerto de Southampton. Los servicios de emergencia recibieron a la tripulación que, hasta el momento que el avión se detuvo, mantuvo su cadena para evitar ser engullidos por las fuerzas que actuaban sobre el avión.

Lancaster afortunadamente sobrevivió a aquella experiencia, aunque sufrió fracturas y congelación del rostro y los ojos. Sin embargo, continuó trabajando como piloto.

De acuerdo con La Vanguardia, una investigación posterior determinó que la ruptura de las ventanas se debió a una mala instalación de los pernos que debían sostenerla, y que resisten a la diferencia de presión entre el exterior y el interior de la cabina. En ese caso, se habían usado unos pernos más pequeños de lo necesario.

La historia inspiró el documental de la National Geographic Air Crash Investigation – Blow Out, de 2005.

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