México.- El escritor mexicano David Miklos no concibe sus libros para estar en los estantes de las librerías donde colocan a los más vendidos, pero a cambio de eso cuenta con un puñado de feligreses en torno a su obra, algunos de los cuales a veces terminan convertidos en sus amigos.
“Mi escritura no está hecha para las grandes ventas; prefiero un éxito más personal, más íntimo, y tengo lectores muy fieles”, asegura en entrevista con Efe el narrador de 44 años.
Miklos acaba de presentar en la Ciudad de México la novela “Miramar”, una historia híbrida escrita a tres voces en la que el autor logra que su protagonista sea la propia escritura, capaz de reflexionar y de ir adelante y hacia atrás en el tiempo.
“Este libro es una especie de autoficción, pero más de una voz narrativa que de un narrador”, dice al referirse a la historia que fusiona la notas de un diario con una primera parte en la que recuerda su primera obra, “La piel muerta”, y cierra con retazos de una novela fallida.
Aunque es considerado en algunos círculos literarios como uno de los mejores autores mexicanos de su generación, Miklos asume el oficio de escribir al revés que la mayoría de sus colegas, por eso desconfía del éxito y desde que se convirtió en padre, ha sido capaz de violar la regla sagrada de escribir aislado y en silencio.
“Anna nació hace cinco años y a partir de ahí aprendí a escribir en cualquier circunstancia. Puedo hacerlo con ruido en un café repleto. Llevo apuntes en diferentes cuadernos y en la computadora y cuando está clara la idea del libro, entonces sí trato de estar concentrado en eso dos horas al día”, revela.
Vestido con un suéter en forma de V encima de una camiseta azul y un pantalón café, Miklos responde siempre en el mismo tono de voz y en varias partes de la plática reconoce a decenas de escritores como sus maestros.
“Al primero que leí fue el mexicano Jorge Ibargüengoitia cuando tenía unos 12 años. Empecé con “Estas ruinas que ves” y después me estudié toda su obra, el impacto fue impresionante”, recuerda.
Después de mencionar al uruguayo Juan Carlos Onetti, al cubano Alejo Carpentier y al mexicano Juan Villoro, reconoce su debilidad por la literatura argentina y hace reverencia ante Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Ricardo Piglia, pero sobre todo a Antonio Di Benedetto, cuya obra “Zama” considera mejor que muchas de las de algunos autores del llamado Boom Latinoamericano.
Como escribe para decir algo y no para ser popular, a Miklos le resulta imposible vivir de la literatura y combina su labor de autor con la de profesor asociado de la división de historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas, además de dirigir una revista y realizar un seminario sobre historia y literatura.
“Miramar” cerró un ciclo en la escritura del autor, que antes publicó las novelas “La piel muerta” (2005), “La gente extraña” (2006), “La hermana falsa” (2008), “Brama” (2012) y “El abrazo de Cthulhu” (2014), además del libro de relatos “La vida triestina” (2010), con temas parecidos al de su libro recién aparecido.
En esas obras el narrador sintió estar acompañado por una misma voz manifestada de diversas maneras. Ahora se la ha quitado de encima y dice pasar por un periodo de aridez creativa mientras encuentra una manera diferente de expresarse.
Con “Miramar”, David Miklos celebró el décimo aniversario de su primera novela y ha dicho adiós para tomar distancia, confiado en volver a vivir los tiempos en los que ponía una frase detonante y a partir de ella sentía fluir su prosa como por un llamado, quizá del más allá.
“Suele ocurrir y es como una maravillosa sensación de que alguien superior nos dice cómo escribir”, confiesa Miklos.