Al menos doce personas murieron en un tiroteo el domingo en Bondi Beach, en Sídney, una de las playas más populares de Australia, un ataque calificado de "terrorista" por la policía y que según el primer ministro tenía como objetivo la comunidad judía.
Además, otras 29 personas resultaron heridas y fueron trasladadas a distintos hospitales, informó la policía de Nueva Gales del Sur.
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Uno de los presuntos atacantes murió y el segundo se encontraba en estado crítico, agregó.
La policía declaró el tiroteo como un "incidente terrorista" y dijo haber encontrado "artefactos explosivos improvisados" en un vehículo cerca de la playa vinculado al "delincuente fallecido".
"Un acto de maldad, antisemitismo y terrorismo que ha golpeado el corazón de nuestra nación", añadió.
El tiroteo tuvo lugar durante un evento llamado 'Chanukah by the Sea' con motivo de la festividad judía de Janucá.
El presidente israelí, Isaac Herzog, lo calificó de "ataque cruel contra los judíos" y pidió a las autoridades australianas que refuercen la lucha contra el antisemitismo.
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Bondi Beach, en el este de Sídney, es una de las playas más populares del país y atrae a numerosos bañistas y turistas, especialmente los fines de semana.
"Escuchamos los disparos. Fue impactante; se sintió como diez minutos de solo 'bang, bang, bang'. Parecía un arma potente", dijo a la AFP Camilo Díaz, un estudiante chileno de 25 años que estaba en el lugar.
Los servicios de emergencia recibieron las primeras llamadas hacia las 18h47 (07h47 GMT), según la policía.
La colina cubierta de césped que da acceso a Bondi Beach estaba llena de objetos abandonados por personas que huyeron, incluyendo un cochecito de bebé.
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El personal sanitario atendió a varias personas tiradas en el césped junto a la playa, según imágenes de la cadena pública ABC.
Junto a un árbol en la zona yacía un arma que parecía ser una escopeta.
Otro testigo, Harry Wilson, un residente local de 30 años, declaró al Sydney Morning Herald que vio "al menos diez personas en el suelo y sangre por todas partes".
El jefe de la Asociación Judía de Australia, Robert Gregory, declaró a la AFP que el tiroteo fue "una tragedia, pero completamente previsible" y denunció que el Gobierno "no tomó las medidas adecuadas para proteger a la comunidad judía".