Washington.- Con el transporte público ralentizado y cientos de vuelos cancelados,
millones de personas en el este de Estados Unidos intentaron este martes 26 de enero volver a la normalidad tras la feroz nevada del fin de semana, que costó la vida a al menos 37 personas y todavía paraliza la actividad en escuelas y centros de trabajo.
Más de 40 horas después de que el sábado por la noche cayera el último copo de nieve, el recuento de
fallecidos por la tormenta Jonás asciende a al menos 37 en todo el país, según estimaciones de autoridades locales recopiladas por medios estadounidenses.
Las causas de las muertes fueron desde la hipotermia a los accidentes automovilísticos, pasando por la intoxicación con monóxido de carbono y los ataques al corazón de varios ancianos que trataban de despejar con palas la entrada de sus casas.
Unos 1.600 vuelos internos o con origen o destino en Estados Unidos resultaron cancelados hoy, y
al menos 1.326 fueron retrasados, según el recuento del sitio web especializado flightaware.com.
Pero esas cifras son inferiores a las del fin de semana, y los aeropuertos de Dulles, Ronald Reagan y Baltimore, los más cercanos a Washington, pudieron reanudar hoy sus operaciones.
Los aeropuertos de Newark (Nueva Jersey), LaGuardia (Nueva York) y Filadelfia también resultaron especialmente afectados por el temporal, que desde el viernes ha provocado más de 12.000 cancelaciones de vuelos en todo el país.
El comienzo de la semana laboral se dividió entre los que atravesaron problemas de tráfico y montañas de nieve para ir a trabajar y los que recibieron permiso para hacerlo desde casa, algo común en Washington, donde el servicio de autobuses quedó reducido a una veintena de líneas y el metro circulaba parcialmente.
Además, el
Gobierno federal permaneció cerrado y las escuelas desde Washington hasta Nueva Jersey dieron a sus estudiantes el día libre, con la excepción de la ciudad de Nueva York.
Pese a que las carreteras están cada vez más limpias, los vehículos desenterrados y las aceras por fin visibles, las autoridades de buena parte de la costa este pidieron a los conductores que evitaran usar el automóvil en la medida de lo posible, para poder terminar de retirar la nieve de las vías.
"Estamos haciendo muchos avances", dijo hoy la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, en una conferencia de prensa.
No obstante, advirtió que llevará "mucho tiempo limpiar" los más de 7.000 kilómetros de carreteras de la ciudad, y anunció que ha pedido ayuda al Gobierno federal para poder completar esa tarea.
En Nueva York, el alcalde, Bill de Blasio, destacó los esfuerzos de los equipos de emergencia para hacer frente a uno "de los mayores desafíos" que ha tenido la ciudad.
De Blasio afirmó que se necesita "terminar este trabajo" y dijo que los esfuerzos están enfocados ahora en Queens, el distrito municipal más extenso de la ciudad de Nueva York, con una población de 2,3 millones de personas y una fuerte presencia latina.
Esta fue la segunda nevada más intensa de la historia de Nueva York, con 68 centímetros de nieve, levemente por debajo del récord de febrero de 2006 (68,3 centímetros), teniendo en cuenta los registros que se hacen en la ciudad desde hace siglo y medio.
Los habitantes de Nueva York realizaban hoy las tareas habituales de cualquier día laborable, con mucha nieve acumulada en las calles, lo que dificulta los desplazamientos, y con retrasos en los sistemas de transporte público.
En Washington, el
presidente Barack Obama, que vivió durante muchos años en Chicago (Illinois) y ha bromeado en muchas ocasiones sobre la falta de preparación en la capital para lidiar con la nieve, recurrió a su helicóptero para poder visitar el hospital militar de Walter Reed, en Maryland.
"Yo he quitado toda esta nieve con la pala", bromeó ante los periodistas al mostrarles el césped limpio que llevaba a su helicóptero.