Restos óseos, cientos de personas y un misterio bajo el hielo. El lago Roopkund, ubicado en lo alto de la cordillera del Himalaya, lleva décadas siendo objeto de estudio de científicos y antropólogos que tratan de descifrar cómo llegaron ahí los cuerpos que pueden verse cuando la nieve se derrite.
El denominado 'Lago de los Esqueletos' fue descubierto en 1942. A la fecha, o antes de la pandemia, era una atracción turística para curiosos y visitantes en la India.
Según explica la BBC, por ahora los investigadores han diferenciado los restos de entre 600 y 800 individuos, algunos de ellos mejor conservados gracias a las bajas temperaturas.
Desde hace más de medio siglo, distintas teorías han tratado de dar respuesta al origen de los huesos, que permanecen en este lago deshabitado a 5.029 metros de altitud: quiénes eran, cuándo y cómo murieron, y de dónde venían.
Una de ellas sugiere que los restos pertenecen a un rey indio, su esposa y sus asistentes, que fallecieron víctimas de una ventisca hace unos 870 años. La segunda teoría apunta que algunos de los restos corresponden a soldados indios que trataron de invadir el Tíbet en 1841 y que, tras ser rechazados, murieron en el viaje de vuelta mientras cruzaban el Himalaya. La tercera hipótesis señala que este lago glaciar pudo ser en realidad una especie de cementerio donde se enterraron a las víctimas de una epidemia.
Las primeras investigaciones indicaban que los esqueletos correspondían a adultos de mediana edad, "con una estatura superior a la media" y con buena salud, que murieron como consecuencia de una catástrofe en el siglo IX. No obstante, los últimos hallazgos han desmontado estas conclusiones y añaden todavía más misterio al caso.
Según los autores de ese último estudio, en el que trabajaron durante 5 años un total de 28 científicos de 16 instituciones de India, Estados Unidos y Alemania, los restos no corresponden todos a la misma época.
En este sentido, los investigadores descubrieron que algunos habían muerto hasta 1.000 años después que otros, lo que "cambia drásticamente toda la explicación que se basa en un solo evento catastrófico", indica Eadaoin Harney, estudiante de doctorado en la Universidad de Harvard y autora del estudio.
Otro detalle que también llamó la atención a los científicos tras los estudios genéticos de los restos es que los fallecidos "parecen no proceder de la misma población". Mientras unos compartían semejanzas genéticas con los actuales habitantes del sudeste asiático, otro grupo de personas parecía más europeo, concretamente vinculado con los habitantes de la isla griega de Creta.