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"El Clan": Todo por la familia

viernes, 20 noviembre 2015 - 12:12
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Uno de los casos más oscuros de la historia criminal de Argentina gana fama mundial gracias a “El Clan”, la última película de Pablo Trapero.

Cuando Alejandro Puccio cayó preso, nadie lo podía creer. Tenía 27 años, era guapo, admirado, querido. Jugaba rugby y tenía una tienda de deportes náuticos, actividades populares entre las clases altas del barrio de San Isidro. En realidad, su familia –padre, madre, dos hermanas y dos hermanos– no era adinerada como el círculo con el que se codeaban, aunque era notable que últimamente a los Puccio les iba mucho mejor. Cuando la policía encontró a una mujer prisionera en el sótano se descubrió el macabro origen de su buena racha: Arquímedes, el padre, lideraba una banda de secuestros extorsivos. Las víctimas eran amigos, vecinos, y Alejandro la carnada. Los maniataban en algún cuarto de la casa familiar y una vez embolsado el rescate, los mataban.

Desde 1984, lo que se conoció como “El clan Puccio” ha sido un tema recurrente en la prensa y la televisión de Argentina, hoy el interés revive a nivel mundial, gracias a una película basada en aquellos crímenes: “El clan”, por la cual en septiembre, el bonaerense Pablo Trapero (44 años) ganó el León de Plata del Festival de Venecia al Mejor Director.

LA VERDAD DE LAS MENTIRAS

Cuando un filme pone que está basado en una historia real, hay que darse por advertidos. Obsesionarse por lo que “de verdad pasó” no tiene objeto, las buenas películas son ficciones que contienen su propia verdad, y este es el caso de “El clan”. ¿Qué tanto sabía el resto de la familia? La madre, Epifanía (que paradójicamente significa revelación de la verdad), los hijos adolescentes ¿era posible que ignoraran lo que pasaba en su propio hogar?


Parecía un hogar normal, pero entre 1982 y 1984 el padre escondía rehenes
en el baño y en el sótano, con la ayuda de los dos hijos mayores.

Las versiones son contradictorias, solo Arquímedes, Álex y su hermano Maguila fueron condenados. Los detalles sobre el conocimiento y la participación que pudo haber tenido cada miembro de la familia Puccio en los secuestros siguen siendo un misterio sin resolver para la historia criminal, pero no para la película.

OBEDIENCIA DEBIDA

Al cine de Trapero, a quien desde los 90 se lo considera uno de los pioneros del llamado “nuevo cine argentino”, lo caracteriza un realismo inseparable del comentario social, pero nunca antes había sido tan expresamente político. En “El clan”, las relaciones familiares, y en particular la de Alejandro con su padre, son un microcosmos, que es reflejo y consecuencia de la cruenta dictadura que vivió ese país de 1976 a 1983. Arquímedes Puccio estaba relacionado al poder militar, y cuando dejó de hacer dinero con la dictadura decidió continuar con su macabro negocio en democracia. Con un secuestro al año la bonanza familiar estaba asegurada.


Arquímedes Puccio era conocido como "El Loco de la Escoba" por barrer
en la madrugada. Con eso disimulaba los gritos de los rehenes.

La película empieza con una escena documental: el acto de agradecimiento del presidente Raúl Alfonsín al escritor Ernesto Sábato, el presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas que investigó y publicó los casos de 8.961 desaparecidos y de 380 centros clandestinos de detención. Se calcula que en total fueron 30 mil los torturados y asesinados por la dictadura, pero estos cuatro secuestros “privados” escandalizaron a una sociedad que acababa de regresar a la democracia. Los involucrados en los crímenes de Estado apelaban al principio de “obediencia debida”, según ellos solo seguían órdenes de sus superiores. ¿Alejandro también fue obligado a obedecer?

EL LADO OSCURO DEL CORAZON

En “El clan” la música juega un papel clave, temas festivos en inglés unifican secuencias en las que mientras Arquímedes y otros miembros de la banda asesinan, Alejandro disfruta de la vida cómoda y el ascenso social que le procura la actividad del padre. Cuando llega el momento, Arquímedes combate la duda y el miedo de su hijo con un argumento brutal: todo esto es por la familia. Pero los Puccio no eran pobres, solo aspiraban a tener más, después de todo, un deseo tan natural como urgente para nuestras sociedades capitalistas. A veces el mal no solo está a la vuelta de la esquina, sino en el mismo hogar.


Pablo Trapero (centro) junto a Peter Lanzani y Guillermo
Franchella en el Festival de Venecia. Foto: REUTERS

Una estructura de flashbacks que parte de la noche en la que capturan a la banda, mantiene la tensión en el “El clan”, y el dramático final que Trapero elige para su película es impactante, incluso para quienes conocen la “historia real”.

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