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La vacuna de la discordia

martes, 30 marzo 2021 - 04:26
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    EDITORIAL
     
    En el siglo XXI, la expresión más difundida del humor son los memes. El día  de San Valentín, circuló uno donde el novio arrodillado le dice a su  novia: “¿Qué regalo quieres?”. Ella  le responde: “Una vacuna contra  el COVID-19”. La vacuna contra  la pandemia vale más que un diamante. No es una sorpresa. Por el  virus han muerto 2,7 millones de  personas en el mundo. Los muertos, en cambio, sobrepasan los 50  mil en Ecuador, si se considera los  fallecimientos por COVID-19 no  registrados como tal y las muertes de pacientes por causa de otras  enfermedades que no pudieron  ser atendidos por el colapso hospitalario. La vacuna es la diferencia entre la vida y la muerte para los humanos y para la economía  de los países, la única puerta para  salir de la actual crisis.
     
    A pesar del tiempo récord en  que se ha logrado la aprobación  de 12 vacunas, su producción es  limitada. No hay industria que  pueda satisfacer tanta demanda.  Esa exigencia ha hecho que ocurra lo impensable: competidores  farmacéuticos fabricando vacunas  de la competencia. Así, Pfizer desbordada por la demanda contará  con las plantas de Merck, Novartis, Sanofi, KGAA para producir  2.000 millones de dosis este año.  No obstante, la vacuna también es  el termómetro de las desigualdades entre los países y entre las sociedades. Los países ricos han podido prepagar las dosis requeridas para su población, mientras que  los pobres han hecho préstamos  para abonar los anticipos y por  ende están rezagados en inmunizar a sus habitantes. Y en esos países retrasados, como es el caso de  Ecuador, se producen nuevas diferencias: hay privilegiados que la  obtienen rápido y otros, que están más expuestos al virus, deberán esperar. Las diferencias causan indignación.
     
    A pocas semanas de terminar  su mandato, Lenín Moreno es un  presidente impopular por el manejo de la pandemia. Hubo ineficiencia e indolencia en los inicios,  en especial con la ciudad más afectada y que recibió el impacto primero: Guayaquil. Después hubo  descuido y falta de control en los hospitales públicos para las compras de emergencia: sobreprecios  hasta en las fundas para embalar los cadáveres. La vacunación  era su camino a una salida honrosa. Sin embargo, su Ministro privilegió la vacunación a su madre;  se entregó primero vacunas a un  club, que había donado respiradores y después hubo dificultades  tecnológicas para la inscripción  de los desesperados familiares de  adultos mayores, todo lo cual ha  empañado más aún su imagen.  Su última obligación antes de dejar el poder debe ser enderezar el  proceso, hacer que se cumplan los  plazos para la llegada de vacunas y  que la distribución no privilegie a  determinadas personas, sino a los  que más la necesitan.

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