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Despacito

viernes, 30 noviembre 2018 - 12:43
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    Mi odiada Corruputiña: No me provoques,  Baby. Me dices desde Bruselas que la CNAC  hace ahora solamente trac, trac, trac. Que  ya pasó nuestro tiempo. Que Isabelita Robalino ya  no te hace nada en Puerto Rico. Me dices desde Caracas  que Simón ya no quiere ver bailar tu pelo. Que  Julio César Trujillo se ha ido pegando poquito a poquito  a un tal Moreno. Que Marcelo Merlo a la Judicatura  le ha dado pasito a pasito, suave, suavecito. Y  que Jorge Rodríguez ya no pone su sello en tu boca.
     
    Me dices desde Bielorrusia que el coronel Alberto  Molina ya no sobrepasa tus zonas-peligro. Que  Fernando Vega salvaje ya no te pega hasta hacerte  olvidar tu apellido.
     
    Que Paquito Muñoz Jaramillo ha perdido el  ritmo, y desde Miami, el Carlitos Pólit firma en las  paredes de tu laberinto. Que María Arboleda ya no  te dice cosas al oído.
     
    Me dices desde Panamá que Germán Rodas ya  no puede darte un beso por más que tanto tiempo  lo lleva pensando. Que Ramiro Román a tu corazón  ya no le hace bom, bom, bom. Que Bayron Celi ya no  hace de todo tu cuerpo un manuscrito. Que Ximena  Moreno y Verónica Acosta y Darwin Seraquive, diridiri,  diridiri, Daddy.
     
    Y que en suma o resta, la CNAC ha llegado a su  ocaso y que es un fracaso.
     
    Te equivocas, te equivocas, fresco y fragante capullo.
     
    La CNAC te dará como el minero a la roca, ja, ja, ja.
     
    Poderoso es el mar que bate incansable sus olas  contra el oscuro roquedal. Conocemos, corrupción,  “tus ojos de reptil con escamas de plata, tu ondular  de hetaira, tu sabor amargo de metal oxidado”  (JCE). Conocemos tu lava oscura, tus cavernas  crueles, tu sed de oro, tu siniestra carcajada bajo el  manto del poder. 
     
    Cuando Rafael Correa metía miedo y el 95  por ciento de los ecuatorianos bajaba las orejas  y metía el rabo entre las piernas, recibimos un  mandato del Colectivo Nacional Unitario de Organizaciones  Sociales.
     
    La Comisión Anticorrupción se puso a trabajar  y denunciamos, y probamos y fuimos condenados a  la cárcel por maliciosos y temerarios y fuimos perdonados  como perdona el amo al perro que le muerde.
     
    Cuando llegó la hora de la consulta y el plebiscito,  ¿de quién fue la iniciativa de proponerlas? ¿Quién  formuló las preguntas de la muerte civil para corruptos  con sentencia? ¿Quién sugirió la creación de  un Consejo de Participación transitorio con plenos  poderes? ¿Quién pidió con los yasunidos el respeto a  la biodiversidad del Yasuní? ¿Quién pensó cuatro de  las siete preguntas aprobadas por el pueblo?
     
    Cuando las papas quemaban dimos al Consejo  transitorio cuatro de nuestros miembros, entre ellos  a Julio César, El de las Manos Firmes; y Alberto Molina,  El Estratega. Y decidimos eclipsarnos.
     
    Pero hemos seguido investigando, presentado  denuncias y, con Jorge Rodríguez, El Temible, se han  creado comisiones anticorrupción en 18 provincias.
     
    Y no nos moriremos, mi odiada Corruputiña,  porque amamos a la Patria, Nuestra Madre. Y a la  madre no se empeña en un Monte de Piedad.

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