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El nuevo ciclo

jueves, 29 abril 2021 - 05:39
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    La humanidad se encuentra en una guerra de dimensiones que jamás había enfrentado. Mientras escribo estas letras, el mundo se encuentra batallando por vencer a la pandemia de la COVID-19, la cual continua su avance con nuevas mutaciones, que buscan sobrevivir frente a nuestras nuevas armas: las vacunas.

    La sociedad global no solo enfrenta este titánico reto. El cambio climático, evento resultante de las revoluciones industriales, se ubica en el horizonte como la próxima guerra que debemos enfrentar, misma que además tiene la capacidad de destruir a la civilización en su conjunto. Por primera vez, las sociedades tienen en frente varios conflictos que requieren a toda la población global luchando por llegar a consensos; caso contrario terminaremos experimentando la última debacle de la historia.

    En franco resumen: la cosa está bastante jodida. A pesar de semejante reto, hemos aprendido a lo largo del camino a encontrar consensos en las situaciones más polarizadas, como por ejemplo el sentar a las partes a dialogar luego de las guerras mundiales, con alrededor de 85 millones de muertos en la última, sumada a una serie de destrucciones masivas y revoluciones enteras sucediendo a escala planetaria. Pese a todo ello, se logró que la opinión del consenso y el bienestar colectivo prime sobre los intereses personales. O como se dice en el barrio: se decidió bajar las armas y arrimar el hombro.

    En momentos de inflexión entonces, aparecen dos fuerzas opuestas: las que buscan llegar a acuerdos, versus las que buscan mantener el conflicto. Ambos opuestos con resultados distintos. Los líderes que lograron encontrar caminos comunes son parte de la historia, mientras los que antepusieron su necesidad de combate fueron olvidados.

    Así entonces, mientras el mundo busca como llegar a esos consensos antes de que sea tarde, en el Ecuador nos hemos dedicado a pelear con quienes piensan distinto por casi quince años. Habrá quienes dirán que hay que continuar luchando, hasta que el contrario local deje de existir. El asunto en cuestión es que mientras nos seguimos viendo el pupo, el resto de los países siguen avanzando. Además, es ahora cuando se ha abierto una ventana de oportunidad para el consenso.

    Quienes buscan mantener un país polarizado, solo están pensando en su necesidad de conflicto para sus propios intereses, ya sean estos de poder, influencia, políticos o quizás económicos (lo que sea que un psicólogo tenga que evaluar). Si triunfan en su consigna, esta tierrita bendecida por el sol terminará aún más lejos del progreso, tal cual como sucedió en ocasiones anteriores. A la velocidad que avanza el nuevo ciclo, tal vez ese retraso se vuelva inalcanzable.

    Es tiempo que el Ecuador finalmente relegue al olvido a quienes buscan mantenernos en constante conflicto, en medio de la peor crisis desde el retorno a la democracia. Nos guste o no, la década que viene trae el mayor reto de nuestra historia, en la cual se escribirán las páginas de la nueva era post pandemia. Las sociedades que sobrevivan serán las que logren anteponer el bienestar colectivo por sobre sus rencillas individuales.  

    Llegó el nuevo ciclo, en el cual se promulgue el debate de ideas por sobre las rencillas personales. Es tiempo que el Ecuador pase al siguiente nivel. Depende de nosotros hacerlo posible.

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