2025 pasará a la historia como la fecha en donde la geopolítica internacional cambiará (o regresará) nuevamente a intentar ser regulada exclusivamente por la ley del más fuerte. A sus 78 años, el presidente de la potencia hoy hegemónica de los Estados Unidos, Donald Trump ha decidido enmarcarse en una Ilíada internacional para dejar claro quién es el más fuerte y que aquí se hace lo que él diga y disponga.
La primera nación en recibir el embate de la nueva política exterior fue Colombia, donde un desacertado Gustavo Petro (no por su mensaje humanista a favor de los migrantes) sino por sus formas, demostró cómo tres mensajes aireados vía X en la madrugada pudieron más que todo un protocolo y formas diplomáticas para alejar a su país de su principal socio comercial en el peor impase desde hace 200 años. Hoy día, pese a la aceptación total de Petro a los términos norteamericanos, los colombianos siguen con la sección consular de su embajada cerrada y con un nuevo estigma marcado.
Después vino Panamá, que luego de la visita del Secretario de Estado Marco Rubio, culminó con una aceptación de ese país para no renovar el acuerdo de entendimiento con China sobre la nueva ruta de la seda. Está claro que ya no se necesita de ninguna intervención militar, hoy un bloqueo comercial es el mayor disuasivo que una nación dependiente incluso en su moneda puede tener para alinear los intereses.
El dólar americano se apreció casi a la par del euro, mientras que el dólar canadiense el y peso mexicano se desploman gracias al anuncio del inicio de la guerra comercial en donde los consumidores, los grandes perdedores deberán pagar un 25% más sobre todos los bienes a pesar de existir un acuerdo comercial que así lo prohíbe. Queda por ver si esta retórica llegará a la práctica, mientras que la Unión Europea sabe que son los siguientes en la lista.
Una debilitada Corte Penal Internacional contemplará inerte como Benjamín Netanyahu viajará a Washington a pesar de la orden de detención expedida en su contra. La Organización Mundial de la Salud se quedó ya sin su principal benefactor, se terminó nuevamente el pacto climático de Paris, y se anuncia una completa restructuración de la cooperación internacional (hoy suspendida casi por completo a nivel mundial) con una USAID que puede incluso dejar de existir tal y como se la conoce.
Mucha tela que cortar y todavía no se cumple siquiera el primer mes del nuevo mandato. Pero una silenciosa China contrario censo, podría terminar siendo la gran vencedora si aprovecha y logra cobijar a todas estas naciones que hoy se sienten atacadas y no protegidas por las instituciones que hasta hoy conforman lo que conocemos como el sistema internacional.