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¿Tengo depresión navideña?

¿Por qué la llegada de la navidad es para unos motivo de ilusión y alegría mientras que para otros de estrés y tristeza?

Al primer árbol navideño, luces encendidas o decoración navideña que miremos, se enciende en el cerebro un botón que nos genera una emoción. Para muchos es alegría, amor, ilusión, “espíritu navideño”, pero para otros se genera un esfuerzo extra que desemboca en rechazo, estrés y malestar, como una paciente me decía: ¡Apenas siento que llega Navidad, lo que quiero es dormir y despertar en enero!

Y es que en esta época del año aparece inevitablemente el llamado Trastorno afectivo estacional o también llamada Depresión Navideña o Fenómeno Grinch, en alusión a este reconocido personaje de cuentos infantiles creado por el Dr. Seuss cuya misión era acabar con la Navidad. Este trastorno se manifiesta con irritabilidad, apatía, aislamiento, tristeza, soledad y en casos de una prevalencia depresiva, aparición de ideas suicidas. ¿Pero por qué, en la época de paz y amor, me convierto en el Grinch de la Navidad? Por estas 5 razones:

1) Porque la época navideña está asociada a: ¡se terminó el año! Y esto hace que inevitablemente venga una evaluación personal: qué hice y qué no hice, generando una caída del estado de ánimo frente a las altas expectativas autoimpuestas y que, de acuerdo a esta interpretación, son equivocadamente asumidas como fracaso.

2) Porque en estas fechas es cuando más se sienten las ausencias de los seres amados que ya no están físicamente. Es algo que genera mucho estrés en las familias que han transitado una pérdida o en quienes han terminado una relación sentimental significativa, han perdido un trabajo o están experimentando la migración.

3) Porque la Navidad nos conecta de forma inconsciente con nuestra niñez y, por un lado, puede hacerlo recordando amargas experiencias y heridas, y, por otro lado, con la melancolía sobre lo que sí tuve y hoy ya no está: familia, compañía, cobijo, ilusión. Percepciones que, si no son trabajadas y resignificadas, golpean emocionalmente y desestabilizan el presente.

$!Foto: Pexels.

4) Porque la presión social consumista puede resultar aplastante. La autoexigencia y las altas expectativas en cosas materiales o experiencias que se “deben” vivir esta época generan estrés, irritabilidad, competencia y sensaciones de “no ser suficiente”.

5) Porque curiosa y penosamente son estas celebraciones las que pueden provocar problemas familiares por las imposiciones sobre dónde y con qué familiares celebrar las fiestas sin llegar a justos acuerdos.

Ahora que podemos reconocernos en algunas actitudes y entendiendo su origen, la buena noticia es que sí podemos sacar al Grinch de nuestra Navidad y disfrutar de una época que puede hacernos renacer interiormente si usamos estas dos herramientas de la neurociencia:

La gratitud, la llave maestra que nos enfoca en el presente. Escribe cartas cortas de agradecimiento a Dios o al poder superior al que creas, a tu familia, tus amigos más cercanos y, por último, a la persona más importante: a ti misma. Describe 5 cosas por las cuales puedes agradecerles, ¡ah, y entrégalas físicamente, porque la gratitud no expresada es como envolver un regalo y no entregarlo!

Regálate perdón. Hay estudios científicos que demuestran la renovación celular y del cuerpo a través de esa acción consciente, empezando con nosotros mismos y con aquellos a los que no queremos seguir cargando en el interior, en esta Navidad, y en los próximos años que tengamos la fortuna de estar vivos.

Recuerda que nunca es tarde para darle a tu niño interior la Navidad que siempre anheló.

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