Más allá de los estigmas, el ciclo menstrual es un proceso biológico complejo en el que el cuerpo femenino se prepara, mes tras mes, para un posible embarazo. Pero lo que para la ciencia es un ciclo perfecto de las hormonas y tejidos, para muchas mujeres es sinónimo de dolor físico intenso. Dolor que, aunque común, no debería ser normalizado ni minimizado.
El ciclo menstrual puede durar entre 21 y 35 días, y en ese trayecto no solo se libera un óvulo desde los ovarios, sino que se desencadenan contracciones uterinas que, para algunas mujeres, son como pequeños terremotos internos. Estas contracciones son las responsables de los cólicos menstruales, un dolor que se instala en la parte baja del abdomen y que puede ir de un leve cosquilleo a un espasmo desgarrador. Y sí, en algunos casos, es comparable con el dolor de un infarto.
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Así lo aseguró John Guillebaud, profesor de salud reproductiva del University College de Londres, quien explicó que pacientes estudiadas describieron su dolor menstrual como similar al de un ataque al corazón. Esta comparación no es exagerada, es una alerta sobre lo mucho que se ha desestimado históricamente el sufrimiento femenino. El estudio, publicado por dicha universidad y replicado por El Heraldo de México, señala que a pesar de la frecuencia e intensidad del dolor, el tema ha recibido escasa atención médica e investigativa.
El dolor menstrual severo afecta a una de cada cinco mujeres, según la American Academy of Family Physicians. Esto significa que millones de mujeres ven afectadas sus rutinas, su concentración, su movilidad e incluso su relación con la comida o el sueño, al menos unos días cada mes. Para muchas, esos días significan trabajar con malestar, asistir a clases con un nudo en el estómago o justificar su dolor para poder ausentarse, como si aún tuvieran que pedir permiso para sufrir.
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Frente a esto, las soluciones suelen ser autogestionadas: analgésicos de venta libre, bolsas de agua caliente, infusiones o posiciones físicas en busca de alivio.