Cuerpos inflamados: La enfermedad del siglo
Es silenciosa, sus síntomas muy variables, y quizás sea la raíz de muchos de tus problemas de salud actuales. Por eso, hoy una especialista nos explica todo sobre esta condición.

Muy probablemente hayas escuchado que el intestino es el segundo cerebro de las personas, le llaman así, entre otras cosas, porque ahí es donde vive el 80% de nuestro sistema inmunológico. Y aunque la inflamación tiene varios puntos de partida, la doctora María José Viteri, Médico Nutrióloga Funcional, asegura que este es prioritario, “ya que si no la controlas, a medida que vas envejeciendo tendrás dolores musculares, sensibilidades alimentarias, menos energía, cambios repentinos de humor y estado de ánimo, irritabilidad, tendencia a depresión y ansiedad”, explica. A continuación nos detalla cómo ocurre.
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¿Cómo se origina la inflamación?
Inicia cuando existe un desequilibrio en la flora que habita el intestino, a esto se le llama disbiosis. Aquí haremos una pausa para recordarte que la flora intestinal, o microbiota, son las billones de bacterias beneficiosas que habitan nuestro cuerpo. Al alterarse esa flora, el sistema de defensa se pone en modo reactivo, dicha hiperreactividad inmunológica aumenta las citoquinas proinflamatorias, que pueden inflamar el intestino, tiroides, piel, articulaciones, sistema nervioso, entre otros.

¿Por qué se altera la flora del intestino?
La disbiosis intestinal, que da pie a la inflamación de la que hablamos hoy, tiene muchas causas, una de las principales es la mala alimentación por el bajo consumo de fibra de vegetales. La recomendación es comer mínimo entre 20 y 40 gramos, que representan de 3 a 5 tazas al día. Al comer menos de 3 tazas aumentan las posibilidades de disbiosis e inflamación; y se incrementan cuando consumimos mucho gluten presente en el pan, pastas, harinas, masas, galletas, o cuando ingerimos bastantes lácteos como queso, yogurt, leche o sus derivados, e incluso muchas carnes rojas procesadas.
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Otros de los desencadenantes de la inflamación son: el estrés por tener una vida apresurada, el exceso de luz azul del celular y computadora, la falta o mala calidad del sueño, la rutina de vida sedentaria que conduce a la pérdida de masa muscular.
¿Se trata con medicina tradicional o funcional?
La medicina tradicional quiere que el paciente no esté enfermo, y eso es bueno, pero no necesariamente sano. Por ejemplo, la recomendación tradicional es que la glucosa sea menos de 100, si una persona tiene 97, en teoría está bien. Por su parte, la medicina funcional no solo se enfoca en que el paciente no esté enfermo, sino que también esté sano. En ese caso, su glucosa debería estar máximo en 85, y ahí la visión cambia. De pronto no estás enfermo ni tienes marcadores de laboratorio, pero ya estás entrando en disbiosis, y la inflamación lleva a disfunciones, es decir, que los órganos no están en niveles óptimos.

Empieza por estos cuatro pasos
Investiga las causas por las que no duermes
Se le llama higiene del sueño, aquí la experta recomienda analizar el ambiente, temperatura del cuarto, cercanía del televisor, estrés antes de descansar, y contabilizar cuántas horas a la semana trabajas. “Porque no sirve de nada recetar una pastilla para dormir si, por ejemplo, tu disruptor del sueño es que dejas el televisor prendido toda la noche”, explica.
Échale un vistazo a tu alimentación
La doctora nos plantea las siguientes preguntas: ¿Cómo te alimentas? ¿Tienes horarios establecidos para comer? ¿Comes en casa o afuera? ¿Incluyes muchos vegetales o mucha comida empaquetada y de funda? ¿Consumes frutos secos, aceite de oliva virgen extra, y otros? En este punto es clave pensar en todo lo que le damos al cuerpo para funcionar en el día.
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Ajusta tu estilo de vida
Aquí la experta recomienda implementar ejercicios de fuerza para aumentar músculo, y una dieta específica para tu caso en específico, junto a suplementos para relajar el sistema nervioso.
Prescripción de fármacos
Luego de revisar todo lo anterior, si la persona lo necesita, se pueden considerar los fármacos, sugiere la especialista. “Una de las cosas que más me consultan es gastritis y reflujo, y lo que ocurre con la medicina tradicional es que le recetaron una pastilla para la acidez y ya. Nunca se analizaron los pasos anteriores y, por ejemplo, una de las principales razones por las que la gente tiene reflujo o gastritis es la mala masticación, no se dan tiempo de comer. Mi recomendación siempre es que no comas si no tienes tiempo de hacerlo.”

¿En qué consiste una dieta antiinflamatoria?
Es una alimentación libre de lácteos, gluten, carnes rojas, de solanáceos (tomate, pimiento y berenjena), no son malos, simplemente son más duros de digerir. Debe incluir una buena cantidad de fibra; buena hidratación, y en ciertos casos agua con electrolitos; muchos polifenoles, que son antioxidantes como el omega 3, aceite de oliva virgen extra, pescados, aceitunas, frutos secos y semillas.
Suplementos antiinflamatorios
- Vitamina D3: es la hormona o vitamina más antiinflamatoria que existe.
- Omega 3: es una grasa esencial, esto quiere decir que el cuerpo humano no la produce, la tenemos que obtener de pescados, frutos del mar o tomar en suplemento.
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- Curcumina: es un gran antiinflamatorio, viene de la cúrcuma, pero mejor si es consumido como curcumina.
- Magnesio y vitamina C
Hay miles, dice la experta en microbiota, como el glutatión, zinc, selenio, y berberina, pero estos cinco de base son un buen inicio.