Similares a los iglús de los esquimales, eficientes térmicamente y además resistentes a los sismos, unas particulares casas irrumpen en el paisaje montañosos del municipio de Choachí, centro de Colombia, y aprovechan un material del que muchos quieren librarse: llantas de autos.
Miles de neumáticos ahora sirven para edificar paredes, muros de contención, jardineras, tejas, terrazas de cultivo y escaleras. También se aprovechan botellas de vidrio de colores para los tragaluces. Parece haber material de sobra, pues según cifras oficiales en Colombia se botan 5,3 millones de llantas anualmente.
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