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¿Qué piensan las parejas sobre el matrimonio igualitario?

domingo, 30 junio 2019 - 04:02
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Cinco de nueve votos en la Corte Constitucional (CC) aprobaron el matrimonio civil igualitario, a mediados de junio. El fallo encendió un debate jurídico y constitucional.
 
El presidente de la CC, el jurista y catedrático Hernán Salgado Pesantes, quien emitió uno de los cuatro votos en contra, defendió el origen jurídico de la sentencia y llamó a los ciudadanos a la serenidad y reflexión. Salgado debió, sin embargo, aclarar que ese fallo no aprueba la adopción para las parejas del mismo sexo.
 
Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, advirtió que el fallo contiene tres problemas de fondo. La Corte Constitucional no tiene la función de legislar; dos de los cinco jueces que fallaron a favor patrocinaron causas similares por lo que no tenían imparcialidad; y, en el referendo de 2008, el 63 por ciento de votantes coincidió en definir al matrimonio como la unión hombre-mujer.
 
El fallo, de 62 páginas, contó con el voto de los jueces constitucionales Karla Andrade Quevedo, Ramiro Ávila Santamaría, Agustín Grijalva Jiménez, Alí Lozada Prado y Daniela Salazar Marín. El voto salvado pertenece a los jueces constitucionales Carmen Corral, Luis Herrería Bonnet, Teresa Nuques y el presidente del organismo, Hernán Salgado.
 
Estas son algunas historias de parejas del mismo sexo y su visión del matrimonio igualitario. 
 
Carla Sandoval: “Casadas estaríamos más expuestas” 
Periodista, 26 años (Quito)
Mi pareja y yo vivimos juntas desde 2015. Siempre hemos hablado de la posibilidad de casarnos y pensábamos hacerlo fuera del país. Al principio fue duro aceptar para mi familia, en especial para mi mamá. Pensaba que mi papá no iba a apoyarme, pero él fue el primero en encargarse de que toda mi familia aceptara a mi pareja. 
 
En otras circunstancias, tenemos que pasar como amigas. Por ejemplo, cuando alquilamos una casa, aunque es más aceptado socialmente que dos mujeres hagan compras juntas y vivan juntas a que si fueran dos hombres. Una vez una señora sí nos negó el alquiler porque dijo que tenía niños y que ellos no podían ver esas relaciones. 
 
En los últimos meses, nos hemos sentido más inseguras. Tuvimos que salir de la casa en que vivíamos. Y nos es cada vez más difícil conseguir un nuevo arriendo porque las personas no nos ven solo como compañeras de vivienda. 
Si mañana me caso con mi pareja, me preocupa que ese documento no me proteja de un ataque homofóbico. Incluso, casadas estaríamos más expuestas porque en mi cédula figuraría que estoy casada con una mujer. Eso puede incidir cuando quiera solicitar un crédito bancario, por ejemplo. Esas garantías aún están en el limbo. 
 
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Claudia Alvarado: “Todos unidos por la discapacidad de mi hijo”   
Publicista, 31 años (Guayaquil) 
Conocí a mi pareja en el 2011 de una manera muy milennial en las redes sociales. Nuestra convivencia se dio de forma natural. Yo estaba divorciada, viviendo con mi hijo que tiene una discapacidad conocida como el síndrome maullido de gato. 
 
Para mi familia, yo era una persona heterosexual porque ya había estado casada y tuve un hijo. Tomé decisiones apresuradas. Me casé a los 19 y me divorcié a los 23. A mi exesposo le molestaba que nuestro hijo Tomás compartiera tiempo con mi pareja y conmigo. Pero hemos llegado a acuerdos precisamente por su discapacidad. Queremos que él se sienta amado. 
 
Tomás ya tiene 12 años. Un fin de semana de cada mes se va a pasar con su papá quien también se volvió a casar con otra mujer. Todos estamos unidos por la discapacidad de mi hijo, para darle amor. 
 
A veces, cuando lo llevamos a un hospital, no dejan pasar a mi pareja conmigo. Cuando digo que ella tiene derecho porque es mi esposa, la gente se asusta. Pero eso no ha pasado a mayores. La relación entre ella y Tomás es muy estrecha. Hasta podría decir que la quiere más que a mí. Ambas ya habíamos hablado de casarnos en el 2020. Pensábamos hacerlo en Estados Unidos o Argentina. Ahora lo planificaremos en Ecuador.
 
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Diego Falconí: “El matrimonio nos ayudó a solidificar la familia”
Abogado, 39 años (Quito / Barcelona)
Conocí a mi pareja en un chat y ya llevamos juntos 9 años. Ambos migramos a Barcelona. Yo desde Ecuador y él desde Italia porque es una ciudad abierta que aprobó el matrimonio igualitario y la adopción homosexual en el 2005. Estaba cansado de luchar en Ecuador. Todos los días tenía que explicar quién soy. Necesitaba verme como un ciudadano. 
 
Mi pareja y yo nos casamos en el 2011 por necesidad de papeles. Esa era mi única opción para quedarme legalmente en España. El primer año no vivimos juntos porque queríamos conocernos mejor. No creemos en la monogamia y cada uno viaja constantemente por su trabajo. 
 
En 2012, demandamos al Registro Civil ecuatoriano para legalizar nuestro matrimonio español. Nos negaron la petición. La apelamos en 2013 y volvieron a rechazarla. Entonces, agotadas las instancias ecuatorianas, expusimos el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde sigue en trámite. 
 
Más que en el matrimonio, yo creo en los derechos de familias sexodiversas. Por ahora, esta institución es un mal necesario. Con mi pareja, sí hemos pensado en vivir en Ecuador. Queremos que él se nacionalice como ecuatoriano. El matrimonio nos ayudó a solidificar la idea de familia. 
 
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Germán Maldonado: “Nunca ha sido mi afán casarme”
Filósofo, 46 años (Cuenca / Quito) 
Estoy casi 6 años con mi pareja. Él se fue metiendo en mi vida y la convivencia se fue dando más por circunstancias logísticas porque mi casa le quedaba más cerca de sus estudios que la suya. Yo no creo en el matrimonio y nunca ha sido mi afán casarme. Yo creo en la sociedad diversa. Estamos en la misma universidad, yo como profesor y él como estudiante. Ha sido mi asistente de cátedra 2 veces. 
 
Por norma, en mi universidad, los hijos y la pareja tienen al menos el 50 por ciento de descuento al estudiar. Pero no pude vincularlo a él con ese beneficio porque no estamos casados legalmente. Lo mismo pasó cuando nos compramos una casa hace dos años. Hice el trámite al mismo tiempo que una compañera madre soltera. Ella es extranjera y ganábamos el mismo sueldo. Pero el banco le dio 160 mil dólares y a mí solo 100 mil. 
 
Para la hipoteca, me solicitaron colocar un nombre de un familiar en primer grado de consanguinidad que se hiciera cargo de la casa si yo fallezco. Mi mamá es la responsable y sé que ella no dejará desprotegida a mi pareja, pero legalmente él no está amparado. Tampoco puedo vincular a mi pareja a mi seguro médico que en mi trabajo cubre a un matrimonio heterosexual y sus hijos. 

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